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NAT

Kate llegó unos minutos después, mirando a Emma sin dejar esa expresión de preocupación y susto.

- Ay... Acá están... -dijo aliviada-. No las vi en el laboratorio... Cómo está?

- Mejor, superó los 30° al menos... Es mucho más de lo que podríamos pedir -dije mirando a mi hija que tenía el rostro medio escondido en la frazada y mi pecho.

Kate se sentó a mi lado también, Yelena ya estaba sentada en otro sillón, las cuatro esperábamos a que Emma se moviera.

Pepper bajó las escaleras tratando de no hacer mucho ruido.

- Los mellizos están dormidos, preguntaron todo el día dónde estaba Emma, no sabía qué decirles... -contó cuando llegó a nosotras.

- Está bien, luego les explicamos, muchas gracias -dijo Wanda.

Bruce trajo un termómetro de los que tomaban la temperatura a la distancia y salió que Emma había llegado a los 35°.

- Va mejorando -dijo.

Suspiré aliviada, al igual que mi novia.

- Ya la pueden dejar en su cama, con la calefacción prendida y de ahí tiene que despertar en cualquier momento -dijo Bruce.

- Está bien, así podemos darles de comer a los nenes -dije levantándome.

Acababa d recordar que Pepper había llevado a los mellizos a la Torre.

Subí y la deposité en su cama con extremo cuidado. Sus mejillas habían recuperado color y cuando le besé la frente ya no estaba helada.

Bajamos luego a cocinar, con los mellizos recién levantados.

- Tomá -dije dándole a Kate un plato-. Esto tendría que mantenerte con suficiente energía y nutrientes, después de lo que habrás gastado allá...

- Estoy bien, igual, gracias Nat -respondió-. Quiero ir a ver a Emma.

- Kate -la llamó Wanda antes de que llegara a la escalera-. Sentate y cená.

Kate quedó atónita por la seriedad de la exigencia de mi novia, pero le hizo caso. Se sentó y comenzó a comer lentamente, callada.

- Perdón... No quería decírtelo tan bruscamente -dijo Wanda acercándose-. Es que todo esto de Emma y lo tuyo... Me sacaron de lugar, pero lo bueno es que ambas están bien, sí? Así que para que estén mejor, tenés que comer lo que te preparó Nat.

- Está bien, Wan, lo entiendo -respondió Kate más animada.

Yelena estaba en la sala, demasiado callada, aunque ya de por sí no solía hablar en momentos así, estaba con la cabeza en otro lado, pensando en algo más.

Me senté junto a ella en el sillón y le dejé un plato con comida en frente, se había llevado unos snacks para cenar, los corrí para que tuviera sólo lo que le traje.

- Papas fritas no son comida -dije.

- Natasha.

Lo dijo con frustración.

- Yelena -la copié.

- Ya me voy a dormir, Nat, no tengo hambre.

Se paró, pero antes de que se enderezara, yo ya tenía una mano sobre su brazo, frenándola con suavidad para no sonar brusca.

- Lena, qué pasa?

Hubo silencio antes de que hablara. Se volvió a sentar a mi lado, un poco más cerca esta vez.

- Primero Sienna... Luego Kate... Y ahora Emma... Todas sufrieron por gente que me busca a mí, Nat, entendés?

- Qué querés que entienda?

- Que es mi culpa, si no estuviese relacionada con ustedes, jamás habría muerto la mejor amiga de Emma en primer lugar.

- Si no estuvieses relacionada con nosotras, quizás yo estaría muerta.

- Por qué?

- Por tanto buscarte, hermanita. No frené cuando tenía la amenaza de toda la corporación, y pude rescatarte. No voy a frenar ahora.

- Pero no valgo todo lo que pasó... No valgo la muerte de Sienna, el sufrimiento de Kate y mucho menos la casi muerte de mi sobrina, tu hija.

- No es cuestión de que lo valgas o no, no es tu culpa. Ellos son lo que hacen esas cosas porque te quieren de su lado, cosa que no van a lograr, no otra vez.

- Pero si no viviese acá... Quizás...

- "Quizás estaríamos más seguras"?

- Sí.

- Si no vivieses acá, y estuvieses a mil kilómetros de distancia, yo estaría ahí con vos, y conmigo irían Wanda, Emma, Kate y los mellizos, porque somos una familia, Lena, no podríamos dejarte ir lejos sólo para que no estemos en peligro, porque siempre lo estamos y si vamos a arriesgar nuestras vidas, va a ser una al lado de la otra.

- Pero, puede que si me tuvieran ya no las atormentarían.

- No estás sugiriendo lo que creo, no?

- Sí, es la única opción.

- No vas a entregarte, Yelena, no hay chances de que te deje hacerlo.

- Pero...

- Pero nada -sentencié parándome-. Vos no te entregás, me entendiste? Ya veré cómo lidio con ellos, pero vos vas a quedarte acá con nosotras, conmigo es donde estás más segura.

Miró al suelo, analizando lo que le dije.

Me acerqué a ella y la acerqué a mí aún estando ella sentada y yo parada, a pesar de saber que ella prefería que no lo hiciera, pero para mi sorpresa me devolvió el abrazo. Enredé mis dedos en su pelo.

- Vamos a solucionarlo, sí? -dije sin soltarla-. Así como solucionamos todo lo anterior.

- Gracias -respondió.

- Ahora comé, llevo el plato a la cocina y comemos todos juntos.

Asintió y me siguió a la cocina.

Estábamos los mellizos, Kate, Yelena, Wanda y yo comiendo cuando Emma bajó las escalera con algo de dificultad. Al verla, Kate saltó de su silla y corrió a abrazarla. Wanda y Yelena se pararon para ir hacia ella también y yo, que estaba más cerca, me acerqué para sostenerla porque aún parecía inestable.

Cuando Kate la soltó, se tambaleó, pero yo ya tenía mis manos equilibrándola.

- Amor, qué hacés parada? Tenés que estar en la cama todavía... Pudiste llamarnos -dijo Wanda tomándola de las mejillas ahora tibias.

- Es que olí la comida y pensé que sólo me había quedado dormida en el bosque, no que me desmayé... -respondió nuestra hija- Qué pasó?

- Te congelaste como el tío Steve -dijo Tommy.

- Mala mía, yo les expliqué qué pasó con ejemplos de gente a la que conocían así entendían mejor -dijo Wanda.

- Me congelé? -inquirió Emma.

- Algo así, perdiste la conciencia cuando estabas por llegar a Kate, justo para derribar al guardia que iba a matarla y antes de que cayeras te agarré, pero ya estabas desmayada -expliqué.

- Ahora vení a comer, cómo te sentís? -preguntó mi novia.

- Bien... Creo, algo desorientada.

- Está bien, después de comer vamos a decirle a Bruce que te haga un chequeo general -dije ayudando a mi hija a sentarse.

Kate se sentó a su lado, yo del otro, Wanda en frente y mi hermana frente a mí. Los mellizos se levantaron para ir a la sala a ver la tele mientras nosotras terminábamos de cenar.


El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora