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WANDA

Cuando Emma se durmió, Nat la levantó del sillón para que fuéramos a dormir todos. Yo llevaba a Tommy en mis brazos.

Nat no dudó en que nuestra hija dormiría con nosotras, no podríamos ni queríamos dejarla sola.

No fue fácil para ninguno la pérdida de Sienna. Lena estaba mucho más callada, Emma pasaba todo el día en su cuarto acostada o, cuando hacíamos que saliera de la habitación, se quedaba viendo la tele en la sala. Y los mellizos, al ver a su hermana tan desganada, no estaban tan activos como antes. A parte, Emma todavía no nos había dicho qué había pasado la noche del día en que Sienna murió, le preguntamos, pero no recordaba siquiera esa cena.

Melina había comenzado a pasar más días en su casa y venir los fines de semana nada más a la Base, pero cuando supo lo de Sienna, empezó a venir más seguido. Trataba de animar a sus nietos y a sus hijas, pero no lo lograba. Emma había comenzado a comer menos si es que venía a comer con nosotros. 

Natasha estaba tan preocupada como yo, por lo que tratábamos de estar más tiempo con ella ahora que no estaba yendo al colegio.

NAT

- Entonces... Vas a comer? -pregunté mirando a Emma que era la última en la mesa un viernes a la noche.

- Sí -respondió cruzando los brazos como yo hacía cuando estaba estresada.

Wanda me decía que nuestra hija había copiado muchas cosas que yo hacía, pero no las había reconocido hasta ahora.

- Se enfría fácil -dijo Wanda que estaba parada levantando los demás platos.

- Puedo recalentarlo -contestó Emma.

- Las papas fritas recalentadas son realmente feas -comentó Yelena que paseaba por el comedor haciéndose la casual.

- Mmm, sí, son bastante feas -concordó Emma sonriendo sarcástica.

- Entonces comelas ahora -dijo Wanda.

- Sí, lo voy a hacer -miró que las demás no nos íbamos-. Ustedes siguen ahí paradas.

- No tengo apuro -dije acomodándome en la silla, no frente a ella para no incomodarla más-. Wanda se tiene que ir a acostar a los mellizos y Lena a dormir porque mañana se va a la casa de Melina, pero nosotras dos nos podemos quedar tooda la noche.

Emma no respondió, simplemente se quedó callada mirando la mesa.

Le hice señas a Wanda y Yelena para que subieran y nos dejaran solas.

Inmediatamente cuando ellas se fueron, Emma me miró desafiante.

- Qué pasa? -pregunté.

- Qué pasa con ustedes? No pueden dejarme tranquila?

- Emma, retractate antes de que vayas más lejos de lo que podés afrontar.

- No tengo por qué retractarme. No entiendo por qué no me pueden dejar tranquila un tiempo. 

- Sos nuestra hija.

- Mi mejor amiga acaba de morir y vos querés que yo me ocupe de otras cosas que no sean tratar de sanar una herida tan profunda?

- No me interesa lo que pienses, Emm, no te levantás hasta que ese plato esté vacío.

Se paró tomando el plato, yo me paré con ella y la observé mientras tiraba lo que había en él dentro de un taper que guardó en la heladera.

- Así está bien? Ahora sí me puedo ir? -inquirió.

No quería enojarme, si lo hacía iba a gritarle y era lo último que necesitaba ahora, así que no el dije nada cuando subió las escaleras y cerró la puerta de su cuarto.

Wanda bajó a verme inmediatamente.

- Qué pasó? -preguntó.

- Dejó su comida en la heladera y subió.

- Hay que ser pacientes... Es difícil...

- Pero va a hacerle mal...

- Te acordás cómo estaba yo cuando murió Visión? Necesitaba a alguien que estuviera ahí para mí, y te encontré. Si no hubiese sido por vos, mis hijos habrían tenido una madre que estaba pero no estaba. Ella necesita una persona que esté, tenemos que ser nosotras, pero debemos saber cómo ser eso que necesita.

- Y si se enferma?

- Yo también estoy preocupada, pero, Nat, tenemos que ayudarla lentamente, no forzarla.

Asentí

- Ahora, vas a ir a hablar con ella, pero tranquila, sin exaltarte. Tienen que llegar a un diálogo justo -dijo.

- Pero... Nunca la había visto así de enojada... Ni siquiera cuando murió Visión... -respondí angustiándome.

- Es por eso que tenés que ir, necesita que vos seas la que se acerque a hablarle.

- Y si no quiere?

- Va a querer, es una nena de mamá, y no me refiero a mí, sino a vos. Como con Visión, sos para Emma alguien por quien ella se desarma en sus brazos sin miedo, y tenés que aprovecharlo.

- No querrá hablar con vos?

- No, Nat, tiene que ser con vos. Si voy yo va a creer que vos estás enojada.

Dudé antes de volver a asentir.

- Está bien, pero quedate cerca por las dudas -respondí.

Me dio un beso en la frente.

- No va a pasar nada, pero voy a estar cerca, te amo.

- Yo también.

Subí las escaleras y al llegar al cuarto de mi hija me sorprendió que la puerta estaba abierta.

Emma estaba en su cama, abrazada a una almohada que le habían regalado hecha con una camisa de Visión. Era su almohada confort, la que usaba cuando la ansiedad era demasiada o cuando estaba muy triste, entonces supe que había sólo una cosa que yo podía hacer.

No me vio entrando, pero estaba segura que me había escuchado y me sintió sentada a su lado en la cama.

- Amor, estoy acá -dije acariciándola-. Quizás no quieras hablar conmigo ahora, pero quiero que me escuches aunque no te guste, sí? 

Esperé por su respuesta que no llegó.

- Bueno... Entiendo que esto que pasó sea difícil, pero ya estamos por encontrar la manera de traer a todos devuelta y entonces el mundo puede ser un lugar mejor...

- Papá y Sienna no van a estar en ese nuevo mundo -dijo sin sacar la cara de entre las sábanas.

- No, pero vas a poder ver a tus hermanos crecer y puede que encuentres el amor, la felicidad, todo lo que te merecés... Clara recuperaría a su esposo y a su otro hijo... Lena tendría devuelta a Alexei... Podríamos incluso mudarnos a una casa sólo nosotros, sin tener que preocuparnos por no molestar a los demás vengadores... Sería un mundo lindo, sin Visión y Sienna, pero un mundo en el que nuestra familia es posible.

El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora