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WANDA

Melina se amoldó bien a la rutina familiar. Era muy simple, los nenes no podían ir a un colegio así que a Emma le enseñaba yo todas las tardes tratando de que fuese entretenido, Yelena se unía a nuestras clases ya que no había tenido tiempo de ir a una escuela antes por la Habitación Roja y el miedo de Nat a que si la llevaba a un colegio, la encontraran y volvieran a llevársela.

Los meses pasaron como si nada, Melina hablaba cada vez más con Nat y casi no peleaban. Hubo una discusión entre ambas que recuerdo bien porque se escuchó por toda la casa.

Nat quería que Melina le contara a Yelena lo sucedido, que le dijera la verdad. Ya no aguantaba ver a su hermana creyendo que sus padres eran héroes.

Yelena se había ido con Tony y Emma a pasear y buscar ramas para el fogón, entonces no tenían miedo que las oyeran.

Estuvieron media hora discutiendo acerca de porqué debían o porqué no debían decírselo, hasta que Melina dijo:

- Cuando vuelva Alexei... Cuando vuelva Alexei te juro que se lo digo, pero dejame tener alguien en quien apoyarme cuando Yelena me diga que me odia.

Recién entonces Natasha se dio cuenta de que yo estaba en el sillón escuchándolas, me acosté para que no me viera pero ya era tarde.

- Está bien... Pero si no se lo decís vos, lo voy a hacer yo y sabés que no me voy a olvidar de ningún detalle.

Escuché los pasos de Melina alejándose y de pronto Nat saltó por encima del sillón y se tiró encima mío.

Solté un quejido seguido de risas cuando me hizo cosquillas.

- Amor! Pará! -dije sin dejar de reír.

Ella también estaba riendo. De a poco llevó sus manos a mi cara. Estábamos las dos acostadas en el sillón, mirándonos con dos sonrisas.

- Qué pasó? -pregunté.

- Salté por el sillón y te hice reír -respondió haciendo como si nada hubiese pasado.

- Amor...

- Está bien... Sólo me agobió la idea de Yelena viviendo toda su vida sin saber la verdad... Y tenía que decírselo.

- Hay mejores maneras.

- Lo sé, pero las intenté todas, ésta fue la única que hizo que aceptara.

Nuestros rostros estaban a centímetros de distancia, su mirada pasaba de mis ojos a mi boca, luego por los lunares, el pelo, hasta volver a mis ojos.

Me dio un beso tierno, cortito. Esa tarde nos quedamos en el sillón acostadas hasta que se hizo de noche.

NAT

- Sabés que me parece que van a reabrir algunos colegios? -dije cuando nos levantamos, recién recordaba una noticia que vi en uno de los portales de internet que quedó activo.

- En serio? Podríamos ver de anotar a los nenes... Te parece?

- Sí, por eso te cuento la noticia, me parece que ya es hora de que tengan amigos, tanto tiempo sin socializar con nadie nuevo es algo que va a afectarlos mucho, y tienen que comenzar a conocer gente.

- Aunque, vos sabés que acá la cosa es con Emma... Los mellizos se amoldan siempre. El tema es que ella pueda soportar tanto cambio... -comentó.

Asentí lentamente.

- Dame un tiempo para pensarlo... -dijo.

- Está bien, amor, tomate tu tiempo.

Nos quedamos calladas unos segundos.

- Sabés qué? Sí quiero que vayan... Les va a hacer bien... Y nosotras vamos a tener tiempo en la Base... Mañana los vamos a anotar -dijo mientras nos dirigíamos a la cocina.

- Segura?

- Sí. Mañana a la mañana vamos, si es verdad, les decimos a los nenes a ver si les gusta la idea. Quizás Yelena quiera ir tamb...

- No, ella no va a ir.

- Amor, y si quiere ir? Tiene que tener amigos.

- La habitación Roja la sigue buscando. Entré a sus servidores más accesibles... No desaparecieron todos y lo que quedaron la buscan. Lo único bueno es que ya no tienen fotos de ella, sólo el nombre...

- Está bien... Sólo digo que quizás ella quiera ir, podemos poner seguridad alrededor, ella sabe cuidarse... Yelena podría acompañar a Emma, ella sabe calmarla y podría ser útil.

- Por ahora es un no, amor, pero voy a considerar las opciones.

Asintió, yo me fui a la sala de entrenamiento.

Al volver, una hora después, la encontré en la barra de la cocina con un vaso en la mano.

- No puedo creer lo floja que me volví con la bebida... -comentó Wanda dejando el vaso en la mesa-. A este punto parece que estoy tomando mis problemas...

- Amor, cuántos vasos de chocolatada te tomaste? -pregunté acaricándole la mejilla, aguantándome la risa.

- Cinco o séis... -respondió.

Reímos juntas.

Eso rescataba de todos los días, siempre reíamos, no había manera de que no lo hiciéramos.

- Es una adicción creo... -dije haciéndome la seria.

- Sí... Intername en nuestro cuarto para que haga la rehabilitación con vos...

La tomé por la cintura para acercarme más a ella, besé sus labios justo en el momento en el que la puerta de entrada se abrió.

- Hay nieve! -dijo Emma que entró corriendo con las manos extendidas hacia nosotras.

La nieve que había agarrado comenzaba a derretirse.

- Ya es invierno, amor -dijo Wanda sonriéndole.

- Ay... Me quema... -se quejó nuestra hija, al tener las manos descubiertas no podía aguantar el frío.

Tomé la nieve que tenía y la dejé en un vaso vacío que había.

- Tus hermanos? -pregunté.

- Con la abuela.

- Cuál? -inquirió Wan.

- Melina.

Entraron los nenes con Melina y Yelena detrás, tenían nieve en sus manos también y en el pelo.

- Déjenla acá -dije alcanzándoles el vaso.

Hicieron lo que les dije.

- Les gustó estar afuera? -pregunté.

- Sí! -respondió Tommy-. Me encanta, podemos jugar a tirarnos bolas de nieve?

- Ahora vamos a comer, pero mañana sí -dijo Wanda.

Cenamos mirando la tele, Yelena hablaba como siempre con Emma, Melina también había comenzado a  unirse a sus charlas, pasaban mucho más tiempo juntas.

Cuando nos despertamos a la mañana siguiente, fuimos en el auto a la escuela que decían que había abierto, era verdad.

Wanda miraba a los nenes que entraban, tenía los ojos fijos en ellos, con cierta angustia.

- No sé si conviene... -dije al no verla convencida.

Pero antes de que pudiese seguir hablando, un grupo de nenes de la edad de Emma salieron corriendo y riendo, estaban jugando entre ellos  y sus risas resonaban por todos lados.

La mirada de mi novia se volvió dulce.

- Quiero que vengan... Lo necesitan... Les debo una infancia como esta, llena de sonrisas, amigos... No puedo protegerlos del mundo si no los ayudo a ser parte...

Asentí, apreté su mano suavemente.

- Entonces vamos, los anotamos -dije avanzando hacia el colegio.

El comienzoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora