CAPITULO 44

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Reunieron a todos en el comedor, dividiendo a las mujeres y hombres en las dos largas mesas, contando alrededor de treinta y cinco pacientes en total, siendo catorce mujeres; y veinte y un hombres.

Los platillos fueron servidos, algo saludable debido a que al ser una clínica debía de tener algo balanceado; el problema era la poca cantidad que servían de comida, cosa que a Mackenzie le sorprendió al ver los tallarines de zanahoria y calabaza, el arroz y el pequeño filete; ni en un restaurante gourmet servirían algo tan pequeño; además, un vaso de agua.

— ¿Esto es lo que sirven siempre? — cuestiona arqueando la ceja mirando el plato que tenía frente a ella.

— Sí; aunque el arroz está un poco crudo y raro, no está bien cocido — se queja Dolores jugando con la comida con su cuchara realizando una mueca de disgusto.

— Tanto dinero que llega y no tienen para una buena cocinera — continua Selene.

La castaña pelirroja volteó sigilosamente para observar al enfermero el cual rondaba alrededor del extenso comedor como si de una prisión llena de reos; así que, cuando se alejó decidió empezar a probar bocado; aunque la calabaza no era de su agrado lo hacía por mera obligación y pues la avergonzaba el no comerlas enfrente de los demás.

— Por cierto, escuché sobre un paciente que desapareció cuando se dio de alta

— Ah, ya se de quién hablas, era Jeff — empieza Marianne cubriéndose la boca mientras masticaba — Ese tipo estaba forrado de dinero; así que, creo que le pagó al hospital para que lo dejaran salir y nunca más se volvió a saber de él, incluso la familia vino a reclamar aquí para saber su paradero; pero, he escuchado que encontraron el cuerpo en un lago; pero, sin órganos

— ¿Por qué sin órganos?

— No lo sé, Jack el destripador les sacaba el útero a las mujeres y nunca se supo la razón — agrega Selene — Pero hay veces que los médicos toman esa clase de órganos para guardarlos y exhibirlos en su consultorio, así que, probablemente es un loco

— ¿Y solamente fue él?

— Por el momento sí, todos aquí han sido dados de alta, incluso Abby; hace pocas semanas volvió a casa de sus tíos

Con esto tuvo suficiente debido a que el enfermero parecía un halcón, vigilando en cada rincón, era por eso que mantuvo total discreción; cuando bebió de su vaso de agua, miró de reojo a Ciel quien también la mirada desde su mesa, la chica solo le guiñó el ojo en señal de que tuvo la información mientras sonreía; captado dicha indirecta, pero el cómo lo hacía tan adorable y a la vez coqueto sin siquiera dándose cuenta, hizo que bajara la mirada mientras jugaba con su comida sin ganas de siquiera ingerirla.

Respiró hondo para luego empezar a comer, realmente no era lo mismo debido al sazón y aparte por la porción tan diminuta a la que estaba acostumbrada, ni siquiera algo dulce podría saborear por la dieta balanceada que servían, ni en la cena que solo era simple fruta.

Al terminar les ordenaron inmediatamente regresar a sus habitaciones pues ya eran eso de las cinco y media de la tarde; en filas ordenadamente salieron cada uno a su cuarto, el par adolescente ingresó al suyo, no sin antes voltear hacia los demás y soltar una risa mientras entraban tomadas de la mano.

Cuando cayó la noche, a eso de las siete donde se estaba ocultando el sol tras la colina, Anne se encontraba doblando la ropa que usó la niña hoy; mientras miraba a ambas reír al contar anécdotas en las que en algunas ocasiones reían, sin querer solo sonrió

— ¿Por qué soplaste las burbujas con la boca? — cuestiona soltando una risa.

— Porque es divertido — ríe silenciosamente, sus hombros se movían repetidamente debido a la carcajada que estaba aguantándose — ¿Y sabes cuál es lo peor?, que mi dignidad se perdió cuando Ciel me vio haciendo eso

Innocent Soul: La Belleza De Un Alma Pura  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora