CAPITULO 70

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Cinco semanas después de lo sucedido, se fueron rápido. Todo Londres supo del caso, Gilbert fue condenado a prisión por el homicidio de tres personas, el chisme estaba rondando por el aire, incluso la familia Hollward estaba arruinada y ya no era bienvenida en la sociedad, por lo que abandonaron su enorme casa y se mudaron al campo en busca de limpiar su nombre, cosa que era imposible.

Durante ese tiempo, mientras toda la ciudad estaba conmovida por aquel suceso, Mackenzie lo estuvo pasando mal después de la despedida que se dio en el lugar de los hechos.

Salió del lugar y fue atendida de inmediato por Scotland Yard, creyendo que era una víctima más, incluso le costaba trabajo responder a las preguntas del interrogatorio; aunque, Blair fue la que relató los hechos para que la dejaran en paz.

Luego llegaron los tutores de ambas, sus padres la abrazaron y dándole gracias a Dios de que no haya salido lastimada, pero ella seguía perdida en su mundo, no le conmocionaba nada y no reaccionaba, su expresión era neutra.

Igual, con el pasar de los días, seguía con esa expresión, parecía tener la misma rutina normal. Pero pasaba horas en su escritorio, mirando la ventana sin ningun objetivo fijo. Anabelle creyó que podría estar admirando los pájaros, pero no era así.

Incluso Ethan la observó una vez en el balcón, recargada, sin hacer el más mínimo ruido, le atrapó la confusión pues su hija amaba estar en el balcón, incluso sonreía, pero cuando se daba la vuelta no había una sola sonrisa.

Y ni qué decir de Mark, ciertamente habían peleado, pero le pesaba su indiferencia, no le saludaba y ni siquiera lo miraba. Durante el desayuno le realizaba preguntas al azar para tratar de mantener una conversación, pero las respuestas eran escazas.

— Están realmente exquisitos estos bizcochos, ¿no te parece, Alexa?

— Sí

— Ah — estaba demasiado incomodo y más al tener la vista de sus padres fijas en ambos — ¿Te parecerìa ir a pasear conmigo a caballo?, considerando que ya has aprendido a montar, podríamos ir a un lugar con un paisaje hermoso

— No, gracias

— ¿Por qué?, ¿tienes tarea acaso?

— No, no quiero salir por el momento — limpio sus labios con la servilleta — Con permiso, tengo que retirarme — su silla fue para atrás para poder levantarse y salir del comedor.

Regresó a su escondite, a su habitación. Donde tomó asiento en su escritorio para comenzar a escribir en su diario, todo lo sucedido, desde hace demasiado que no había escrito sus sentimientos, quería plasmaros en aquel cuaderno que mantenía en secreto.

Preguntándose si en algún momento la agonía podrá revertirse en alegría, su corazón estaba hecho añicos, el dolor era indescriptible, quería llorar pero sentía tanta vergüenza en hacerlo, creía que no debía de hacerlo, porque no era como si hubiese muerto, pero parecía que Ciel ya estaba muerto.

Lo que estaba muerto era su interior, sabía que le preocupaba su bienestar, pero no podía evitar apenarse debido a que de ahora en adelante serian dos completos desconocidos.

De tan solo pensar que todas esas ilusiones estaban marchándose poco a poco, podría quedar incluso vacía, como un cascaron de huevo.

Nunca intentó más allá, jamás se le confesó y eso era lo que más dolía. Tener que seguir silenciando su sentir, su cariño, su amor por él.

Hubiera sido menos doloroso su rechazo y comprendería, pero esto la estaba matando también a ella.

No podía desahogarse con nadie, sus padres no debían de sospechar de su estima hacia el conde; su hermano, ni siquiera quería hablar con él; sus amigas, no podría ni siquiera contarles, sería posiblemente tachada por ellas.

Innocent Soul: La Belleza De Un Alma Pura  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora