CAPITULO 53

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El columpio se balanceaba de adelante hacia atrás, incluso el asiento bailaba ladeándose, por eso se sujetaba de las cuerdas con fuerza, porque sus pies estaban en el asiento, decidió no columpiarse como comúnmente lo hacía, quería imitar a su hermano, que siempre que lo usaba, se columpiaba de pie y parecía disfrutar de la actividad.

Sin embargo, no tenía la habilidad de hacerlo con cuidado, y, además de que la cabeza le daba vueltas de tantos pensamientos por lo sucedido en la tienda y reflexionando sobre su actitud, cargaba con esos problemas.

Era inevitable que cayera al suelo boca arriba, con un impacto en su cabeza del que se quejó tan fuerte; misma zona afectada donde acaricio con delicadeza, sentía como si se hubiera roto el cráneo, una grieta.

Se puso de pie con dificultad debido al espanto que se llevó por tremenda caída tan inesperada para ella, pero era de suponer que sucediera si no tenía la mínima experiencia en sujetarse o tan siquiera en tener cuidado, no era como Mark que, de igual manera, él también se caía incontables veces o solo tropezaba hasta que por fin dominó ese talento.

— Estúpido columpio — y aun así se atrevió a deshonrar al desdichado balancín que era inocente; sin embargo, cayó en cuenta en que había dicho una imprudente palabra, cubriendo de inmediato su boca, nadie ha escuchado eso salir de sus labios — Perdón, Dios, no lo volveré a hacer — de seguro el ser omnipresente se reía de aquel hecho.

Llegó al lugar, a posarse sobre la rama en la que se sujetaba las cuerdas, el cuervo que hace días le había puesto nombre y con quien conversaba como si este pudiese contestarle.

— Hola, Eclipse, ¿cómo te encuentras? — sonríe — Me he caído del columpio, intenté imitar a mi hermano, pero, bueno, es que soy algo torpe, ¿verdad que sí? — se puso de pie sacudiendo el polvo de su vestido — Justo como me hubiera dicho Ciel

La sonrisa poco a poco desapareció por una expresión de total desagrado, inclusive respirando hondo soltó un suspiro profundo, no podría dejar de pensar en lo que pasó en la florería.

— Ah, ¿por qué tenía que mencionarlo?, no sé si estar triste o enojada, triste porque mi trato hacia él no fue lo mejor siendo que hemos tenido un avance, pero también enojada, porque me molesta que me empiece a atraer — el cuervo ladeó la cabeza y graznó — ¡Eso!, ¡no es justo para nadie!, ¡me parece atractivo, pero hasta ahí!, ¡no me pasaré de la línea! — se cruza de brazos — Si me gustan su color de ojo, su rostro, su cabello, su forma de tratarme e inclusive su risa; pero, también me gusta Erick y con él es quien voy a terminar acceder a un posible cortejo.

Eclipse solo la miraba, dando vueltas alrededor del árbol, seguía quejándose y murmurando cosas sobre sus problemas, realmente le aburrían este tipo de cosas, si no hubiera pactado con aquel crío, no estaría espiando lo que hace la pobre jovencita que estaba más enredada por los absurdos sentimientos que los humanos llaman atracción, amor o estima.

— Por el bien de Elizabeth, por su felicidad, callaré mi boca, mis palabras serán custodiadas por completo; porque solo es temporal, ya se irá de todas maneras, mamá dijo que no era eterno — recarga su espalda en el tronco mientras comenzaba a morder la uña de su pulgar — ¿No crees eso? — miró al ave — Creo que te tengo bastante cansado con mis absurdos problemas, ¿podrías bajar?, iré por uvas, ¿ustedes los cuervos comen uvas? — el cuervo aleteó bajando de la rama hasta quedarse en su brazo izquierdo, la de pecas solo sonríe maravillada, era alguien domesticado, no cualquier animal realizaba eso.

Ingresa a su hogar para ir a la sala de estar, en donde tomó del cuenco de porcelana con detalles dorados, uvas de dos racimos, comía animadamente y de vez en cuando le daba a Eclipse, ya que este no tenía apetito alguno de comer se detuvo.

Innocent Soul: La Belleza De Un Alma Pura  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora