CAPITULO 40

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La mañana transcurría de lo más normal, despertarse, verse al espejo y notar su cabello más esponjoso y desordenado; sin embargo, ese día estaba haciendo algo de frío, así que solo se encontraba arrastrando la cobija, cubriéndose hasta la cabeza.

Hoy tenía que estar lista y verse bien, pues su padre ha recibido una invitación por parte de la reina a una reunión exclusiva, en donde estarán solamente a aquellos nobles cercanos a su majestad, entre ellos sus padre y posiblemente demás aristócratas que ayudan al beneficio del país.

No quería ir ya que consideraba esas reuniones como aburridas, pues solo hablaban de problemas sociales, como reparar presas, donar a la caridad y demás como la mercancía de la droga; algunos temas de adultos que le tocaba tratar a su hermano ya que será nombrado un duque próximamente y tendrá que hacer las tareas que su padre siempre hace.

El problema estaba en que ella también debía de asistir debido a que se le había pedido su presencia durante la reunión; más solo pensaba en el hecho de poder abnegarse a la invitación, en la tina, observando su reflejo en el agua.

— Señorita, ¿qué atuendo quiere escoger hoy? — comienza a buscar entre el armario mientras la menor secaba su cabello con una toalla.

— El vestido color verones con el mandil blanco — indica a la ves que se sentaba frente al tocador, retirándose la toalla de su pelo y empezando a cepillarlo, quitando cualquier nudo que tuviese.

— ¿Desea que la ayude con su peinado?

— No, lo llevaré suelto esta vez, solo voy a portar una diadema

— Como guste — deja la ropa en la cama, extendiéndola para poder revisar que no haya algún tipo de arruga — ¿Necesita algo más?

— Por el momento no, gracias — sonríe — Puedes retirarte — Amber asiente y después de acomodar la ropa, realiza una reverencia y luego sale de la recamara.

Inició a colocarse el vestido y después su mandil, mirándose de reversa en el espejo para luego realizar un moño de manera correcta, esperaba que no se deshiciera con el movimiento; después de ponerse sus zapatos Oxford de tacón bajo y negros.

— Te verías mejor con joyas en tus muñecas y cuello — menciona recargándose en el marco de la puerta.

— ¿En serio?, no quisiera verme tan presumida — ríe para después tomar de su tocador una diadema simple del mismo color que su ropa.

— Para nada, colócate el que te ha regalado Erick, se ve que tiene buen gusto por las joyas

— ¿Qué nos has estado espiando el otro día?

— Con esas charlas sobre matrimonio, es obvio

— ¡Entrometido! — se levanta de inmediato para tomar la almohada y lanzársela fuertemente.

— ¡Oye! — se queja — ¡Que agresividad!

— Pues no vuelvas a meterte en las conversaciones privadas de tu hermana — se cruza de brazos — Anda, vete

— ¿Cómo es que no me tratas igual que tus flores? — pregunta retirándose del lugar.

— Es verdad, las flores — al agarrar un vaso fue de inmediato hacia el grifo, llenando de agua este y finaliza rociando en el florero para que siguieran igual de hermosas; sin embargo, comenzaba a notar que en los bordes de los pétalos estaban marchitos y secos — Pero qué barbaridad

Alrededor de las cinco y media partieron rumbo al castillo, solo jugaba con el envoltorio del chocolate que se había comido durante el camino como una golosina de la tarde, comenzaba a aburrirse y soltó un jadeo debido a eso.

Innocent Soul: La Belleza De Un Alma Pura  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora