CAPITULO 3

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— Colón desembarcó en la isla de Guanahani, misma que bautizó con el nombre de San Salvador y así fue como buscando la india terminó descubriendo el continente americano ganándose el reconocimiento hasta el día de hoy — terminó de leer para mirar hacia enfrente, a una joven mujer rubia cobriza, vestida con una camisa blanca de mangas largas con un broche en el centro del cuello y la falda de un tono negro; se trataba de su institutriz.

— Muy bien, Mackenzie, estás avanzando mucho en esta clase.

— Gracias, señorita Anne — esboza un gesto de alegría volviéndose a sentar en su pupitre acomodando sus cabellos colocándolos en su espalda para seguir escribiendo lo que estaba en el pizarrón.

— Bueno, la clase ha terminado, te veré la próxima semana — anuncia recogiendo sus cosas.

— Gracias, señorita Anne, la acompaño a la salida — se pone de pie nuevamente tomando su libro y bolígrafo.

— Muchas gracias, tan amable como siempre — dicho esto ambas salieron de la sala para bajar las escaleras con cuidado; aunque, la menor iba saltando los escalones jugando con cuidado hasta llegar a la planta baja donde se toparon con Ethan.

— ¿Ha finalizado la clase?

— Si, señor Dankworth, su hija ha avanzado muy bien en la clase de historia, la siguiente será de matemáticas

— Odio las matemáticas — se cruzó de brazos suspirando, esto hizo que los adultos rieran.

— Más tarde vas a tener que apreciarlas, cuando dirijas un negocio vas a necesitar de las matemáticas, son esenciales — la animó.

— Bueno, creo que mi carruaje ha llegado, nos vemos la siguiente clase, con permiso — hizo una reverencia para salir de la mansión.

— Papá — logra captar la atención del de cabello marrón oscuro — ¿Mark ha terminado sus clases?

— No, aún sigue en sus clases de economía y eso es más difícil que las matemáticas

— Admiro a mi hermano

— ¿Por qué mejor no vas a jugar en el patio antes de irnos a la fiesta?

— ¿Y si mejor le dices a la tía Vicky que me enfermé y no pude asistir? — sonríe chantajista.

— Alessandra — la miró con seriedad.

— Está bien — suelta un ligero suspiro — Creo que mejor te voy a hacer caso en ir a jugar, porque pensar en bailes como que me asfixia — carcajea para salir por la sala que está en la planta baja. Había 2 puertas grandes de cristal que daban acceso a una parte del jardín.

Al salir sintió los rayos del sol cubrirla con una temperatura cálida, decidió ir a dónde se encontraban las flores que su madre había plantado hace dos años atrás, había muchísimas gamas de colores, entre ellas, destacaban las rosas color rojo, rosa y blanco.

— Buenos días, señorita — saludó el jardinero mientras se colocaba su sombrero de paja.

— Buenos días, Carl — le devolvió el saludo amablemente — Quisiera una rosa para mi habitación; por ejemplo — comenzó a buscar de entre las rosas la más bonita — ¡Esa! — apuntó con su dedo índice derecho una flor de tono rosa fresca y con gotas del rocío de la madrugada.

— Como ordene — saca sus tijeras; no obstante, la castaña rojiza detuvo al hombre rubio de bigote — ¿Qué pasa?

— La quiero cortar yo, ¿puedes prestarme tus tijeras, por favor? — pidió dulcemente.

— Se las prestaré; pero, yo la voy a guiar para evitar que se lastime — ella asiente — Muy bien, tenga cuidado con las espinas, eso es, ahora tome la rosa y córtela — realizó todas las indicaciones y termina obteniendo la rosa — Muy bien, démela para retirarle las espinas — la chica obedeció y observó como el hombre con una navaja quitarle las espinas con mucho cuidado de no dañar la belleza de la flor y se la entrega.

Innocent Soul: La Belleza De Un Alma Pura  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora