CAPITULO 64

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Los días pasaron como si de un velo al viento fuese, despacio y sin prisa alguna, alejándose poco a poco. Fue cuestión para que Mackenzie se enfocara en otras actividades como la equitación, no tenía caballo propio así que estaba usando uno del establo, apenas era uno joven. Se le dificultó el que se acostumbrara a su presencia, ya que en varias ocasiones la ha querido tumbar cuando se montaba.

Pero con paciencia pudo domarlo, creando un vinculo con el animal para que se acostumbrara a su presencia. Lo llamaban "Cuartillo", porque era mediano al promedio; sin embargo, decidió rebautizarlo con el nombre de Great, era un nombre apropiado desde su perspectiva.

Rindieron fruto los entrenamientos, ya que no necesitaba del instructor para andar, porque podía cabalgar sola y controlar la velocidad en la que iba Great. Incluso buscaba una excusa perfecta para cabalgar sin compañía, volando libremente que el corcel hasta disfrutaba el salir con la menor, porque no necesitaba ser golpeado varias veces en el costado, porque ambos deseaban sentir la adrenalina de ser libres.

Incluso era tan obediente en quedarse quieto cuando su ama quería arreglarse las mangas de su ropa, le costaba demasiado acostumbrarse a los trajes de equitación, no era de su estilo llevar pantalones; pero, le eran cómodos, si tuviese falda le estorbarían y sería incomodo.

Sin embargo, decidió comprar un traje con falda especial para la equitación, al ser vanidosa debía de vestir lo mejor al salir de paseo; además, la hija de un duque debe de resaltar, aunque fuese en su rutina normal.

Pero no fue lo que esperó, ya que cabalgar de lado, no le era cómodo, ni placentero, la espalda le dolía en tener que estar recta en todo momento para evitar caer, avanzaban despacio y esto le molestaba también a Great.

Regresando a casa bajó con ayuda de Jacob, que era el joven que se encargaba de los animales del establo al igual que su padre, el señor Derbwire.

Entró a su hogar, sin aguantar sus botas se las iba quitando en el camino hasta arrojarlas en el rincón de la sala, andando descalza y sintiendo una comodidad en sus pies. De igual forma, soltándose el cabello mientras lo peinaba hacia atrás para que no estuviera tan despeinado; aunque, antes de llegar a las escaleras, saliendo justo del pasillo.

— Mackenzie, buenas tardes — se detuvo en seco y respirando hondo, se dio la vuelta para esbozar una cálida sonrisa.

— Buenas tardes, Ciel. — miró que no se encontraba acompañado — ¿Y tu mayordomo?

— Tuvo que atender un asunto de urgencia

— Oh, comprendo. — junta sus manos — Entonces, vienes a ver a mi padre

— Es demasiado evidente

— Claro, claro. — ríe mientras se cubría la boca — Pues no te quito el tiempo, ya sabes dónde se encuentra la oficina — iba a retroceder para dejarlo seguir con su camino.

— Pero, si se supone que vas a ser la modelo, tienes que estar presente

— Se supone que ya debieron de haber tomado como referencia tu dibujo

— Tu padre dijo que contrataría a una persona para tomar tus medidas y dibujar cada detalle de tu rostro, esa fue la razón por la que he venido hasta acá, inclusive, ayudaría en el diseño de los vestuarios

— ¿Eso fue lo que hizo?

— ¿No te lo ha contado?

— En absoluto

— Bueno, en ese caso, es mejor que nos adelantemos a la oficina del duque. — y se acercó para tenderle la mano, iba a aceptar el gesto, pero el peliazul miró sin querer hacia abajo observando sus pies, sus pies con solo las medias puestas — ¿Por qué no tienes zapatos?

Innocent Soul: La Belleza De Un Alma Pura  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora