CAPITULO 59

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No paraba de mirar con impaciencia por la ventana, tenían que llegar al palacio de Buckingham para que la cita con la modista y el sastre. Mark ni siquiera había desayunado del todo y por eso empezó a comer las uvas que se llevó a escondidas.

Ni siquiera terminaron de bajar del carruaje cuando fueron apresurados a llegar a diferentes habitaciones, al castaño solo lo llevaron a otro pasillo y de ahí no supo nada más.

Y se echaba ciertas vistas por el reflejo del espejo, hacia su cuerpo en paños menores, con su cubrecorsé y su enagua que le daba forma a su vestido el cual yacìa sobre el respaldo de una de las sillas dentro de la habitación.

Aunque la modista y sus asistentes eran de su mismo sexo, le avergonzaba que la vieran de esa manera, mostrando su piel un poco desnuda, ni siquiera dejaba que nadie la viera de esa manera cuando tomaba un baño, desde que cumplió los siete años supo que era el momento de dejar de ser tratada como una bebé y lavar su cuerpo ella misma.

— Realmente eres una lindura, ahora entiendo porque dicen que las inglesas son unas bellezas tan recatadas

— Se lo agradezco mucho, madame Auclair

— Pero mira nada más ese mentón tan precioso que tienes, ni qué decir de tus bonitos y grandes ojos, reflejan el bello brillo de la juventud — ella solo se limitaba a sonreír mientras sus mejillas tomaban un ligero color carmín — Estoy seguro de que tengo el diseño perfecto para ti, que tengo la cabeza llena de tantas ideas — miró a las tres mujeres, parecían de la misma edad que la líder — Camille, Ivett, Noelia, comiencen a tomarle medidas y denme algo de papel, que tengo que realizar varios bocetos para elegir el indicado

— Bien sûr, madame

Y tuvo que estar de pie durante mucho tiempo, debido a le tomaron medidas de cada centímetro de su cuerpo, por eso no tenía que comer mucho durante las pruebas ni después, porque estaría hecho a la medida y luego no le quedaría el vestido.

Al culminar, pudo tomar asiento en el sofá. Le proporcionaron un manto para que pudiese cubrirse, no era por el frio, porque si pudiésemos hablar del clima, era lo suficiente caluroso, pero el solo hecho de seguir expuesta en ropa interior, no le agradaba mucho.

Mientras el cuarteto se encontraba vuelto loco alrededor de la habitación, Mackenzie decidió asomarse por la ventana para mirar el enorme jardín de la reina y vaya que era demasiado extenso, le encantaba estar ahí desde que tenía memoria.

Fijando su vista al viviente color rojo del enorme arbusto de rojas que tenía forma de esa misma especie, parece que el artista que había hecho esa obra tuvo un enorme trabajo en que pudiesen estar alineadas en sus lugares sin que perdiera la forma.

— ¿Existirán las rosas azules?

— ¿Pardon?

— Oh — ríe nerviosa mientras acomodaba uno de sus mechones por detrás de su oreja — No es nada, es solo que, me preguntaba si existían en verdad las rosas azules

— Mademoiselle, si me permite aclarar sus dudas, no creo que exista una flor como esa, he estado en diferentes lugares dentro de Europa y no he escuchado de tal cosa

— Lo suponía; sin embargo, sería agradable tener una entre mis manos — alza su mano para que los fuertes rayos de sol alumbrando las mismas, incluso le dio gracia que se volvieran doradas — Podemos pintar rosas blancas de azul, como en el libro de Alicia

— Tal como me lo dijo la reina, usted tiene una enorme imaginación

— Y justa razón tiene — vuelve a reír.

Y siguió observando por la ventana hasta abrirla, acomodando el mando más para no exponerse tanto a ser vista; cuando giró en dirección hacia la puerta de entrada del palacio, un enorme portón, pudo divisar cierto frac negro, incluso tuvo que entrecerrar los ojos para enfocar mejor y reconocer aquella apariencia tan alineada y formal.

Innocent Soul: La Belleza De Un Alma Pura  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora