CAPITULO 35

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— ¿Por qué tengo que ir contigo? — su listón en la cintura es acomodado por Eleanor — Gracias — le sonríe mientras bajaba las escaleras.

— ¡Oh, aguarde un momento, señorita! — detuvo su andar — Dejó su osito en el tocador

— Casi lo había olvidado — toma al peluche para sujetarlo fuertemente y colocarlo contra su pecho — Y se llama Sir Gregg de la Montaña de azúcar — aclara volviendo a su acción de llegar al primer piso.

— Pues tú y Gregg van a tener que subir al carruaje dentro de los próximos cinco minutos — termina de colocarse sus pendientes de esmeralda.

— ¿Por qué no va Mark con nosotros?

— Mark tiene en una hora entrenamiento

— ¿Y papá?

— Aunque lo obligue, él no va a ir

— Ah, ahora entiendo, usen a la menor como tributo — suspira rodando los ojos.

— Señorita, no olvide su abrigo — se acerca con el saco color blanco y la castaña rojiza mete su mano en la manga derecha para finalizar con la izquierda y poder acomodarse la prenda.

— Marie, ¿no podrías inventar algo para que no vaya? — la mujer solo voltea sonriendo mientras se cruzaba de brazos por aquella propuesta que le estaba haciendo a la ama de llaves — No quiero ir, tiene cabezas de animales muertos en una de sus salas

— Me gustaría ayudarla, pero su madre me está mirando y no quisiera que me despidiera por eso — se retira.

— ¡Mamá! — se queja.

— Ni creas que te voy a dejar aquí sola

— No voy a estar sola, tengo a papá

— Te aseguro que cuando hayas explotado la cocina principal, incendiado el jardín y que un animal salvaje haya entrado a la casa, él va a estar en su oficina escuchando música en su gramófono — la chica ladea la cabeza mientras alzaba las cejas en señal de que era probable que fuera cierto eso — Anda, vamos

— ¿Por qué tienen tanta suerte los hombres? — se queja entrando al carruaje seguido de su madre — Quisiera haber sido un hombre

— No digas eso, ¿y quién sacaría mi belleza entonces?

— Pues creo que yo no lo hice, madre

— Pero mírate al espejo, tienes mi nariz y la forma de mi rostro, e incluso sacaste mis labios

— ¿Y de quién he sacado las pecas?

— Eso no lo sabemos aún, pero recuerdo que un tío de tu abuela Fiorella tenía pecas, así que estamos seguros que de parte de mi familia; aunque no lo creas, yo también tuve pecas

— No es cierto

— Cuando encuentre una fotografía te la enseñaré

— ¿Y por qué no tienes ahora?

— Bueno, cuando tuve dieciséis comenzaron a desvanecerse y con el pasar de los años desaparecieron como por arte de magia

— Solo falta cumplir dieciséis y si no funciona, entonces otros métodos como en las revistas — pensó.

El viaje a la casa de lady Benson era algo largo; tenían que pasar por la mansión del marqués Herman y después de seguir otros tres kilómetros de recorrido, por fin pudieron entrar en los terrenos, una residencia que era bastante lujosa para el título señorial que tenía, si tuviera una competencia con María Antonieta; si aún aquella reina consorte estuviera viva, entonces Evelyn Benson era capaz de hipotecar la casa que tenía en Nottingham para poder presumir sus lujos.

Innocent Soul: La Belleza De Un Alma Pura  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora