Capítulo 1 - La primera noche más extraña de todas

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Cierro la caja registradora, cuatro de mis compañeros de trabajo que trabajan conmigo en la cafetería terminan de limpiar y ordenar la basura, veo que juntan dos bolsas gigantes y arrugo la nariz porque hoy es mi día para sacar la basura.

—Creo que deberíamos hacer algo para terminar el verano —dice Mía, mi mejor amiga —¿Qué tal ir a beber a la playa? Es un plan genial y barato —ríe.

—No me gusta mucho la playa, la arena y todo eso —rodeo la mirada, Andrés me mira y también gira sus ojos al verme.

—¿Cuántos días quedan de verano? —pregunto mientras le hago el nudo a las bolsas de basura.

—Dos, el sábado y el domingo —responde Mía.

—Científicamente el verano no se acaba para esa fecha —dice Josephine en lo que se preocupa más de peinarse el cabello rubio que de limpiar las mesas sucias.

—Ya, pero son los últimos días de vacaciones antes de que algunos de nosotros empecemos la Universidad —me causa algo de gracia lo que Mía dice, después de todo vacaciones estuve muy lejos de tener, trabajé todo el maldito verano para poder conseguir el dinero de las primeras mensualidades de la Uni, por suerte solo tengo que pagar la mitad, la otra me la cubre una beca por buenas calificaciones.

—¿Saben que deberían hacer? —nuestra jefa sale de su oficina, deja unas carpetas dentro de su bolso y nos mira, los cinco nos volteamos a verla —Sacar la basura, terminar de limpiar e irse a casa, descansen.

—No me nace —responde Josephine —Mía tiene razón, despidamos las vacaciones de buena forma.

—Vale —digo —Hagamos algo mañana sábado, pero ahora lo mejor que podemos hacer es lo que Elizabeth dice, descansar, por favor —ruego, Mía me mira y asiente, nuestra jefa asiente satisfecha, se despide de nosotros y le lanza unas copias de las llaves del lugar a Andrés.

—Cierren la puerta, los quiero tontos —ella se marcha, yo tomo las dos bolsas de basura y las saco al contenedor que está en la parte trasera del restaurant, recuerdo que separamos el reciclaje y lo que no servía lo metí en bolsas, por lo que también debo ir por ello.

Bajo las escaleras de la bodega, me encuentro con Mía al salir y ella mira la hora en su teléfono.

—Vámonos —ella cierra sus ojos mientras bosteza —tenías razón, estoy hecha bolsa, necesito irme ahora.

—Ya, solo déjame sacar lo último y nos vamos —ella dice que me esperará en la salida del restaurant porque Andrés necesita cerrar, yo lanzo mi bolso al hombro y tomo las últimas dos bolsas pequeñas para luego rodear el lugar.

La puerta se cierra de golpe detrás de mí, lanzo las bolsas y escucho un ruido, algo ha sonado muy fuerte en el bosque que está a seis metros de mí. Me quedo de pie ya que siento que reconozco el ruido pero no quiero aceptarlo.

Otro, han disparado una segunda vez, mierda tengo que salir de acá, algo está pasando y no tengo ganas de averiguarlo.

Mientras estoy por empezar a irme, alguien corre por entre medio de los arbustos, cae a la tierra y se golpea fuerte el rostro, ha sido tan duro el golpe que yo no me habría podido levantar, pero el chico se pone de pie de inmediato, dispuesto a seguir corriendo, pero se detiene al verme.

—¡Luck! —grita él, arrepintiéndose de inmediato de haber hablado tan fuerte —Mierda, ¿Qué haces acá?

—Yo trabajo acá —digo con sarcasmo —¿Estás... bien? —me acerco, Aiden asiente pero veo sangre en su rostro, brazos y manos, además creo que cojea un poco con la pierna izquierda y obviamente huye de alguien. Estoy por preguntarle qué sucede, allí escucho un tercer disparo y el sonido de que la policía viene en camino.

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