GABRIELMe tiemblan las piernas, me pongo de pie para comprarme una bebida y un muffin de frambuesa, lo mastico con bastante lentitud, el vuelo se ha retrasado media hora, no puedo creer la mala suerte que tengo.
Una chica con uniforme azul se pone detrás de un mesón, enciende el micrófono y llama a las personas de mi avión, me pongo de pie, arrastro mi maleta pequeña porque la grande ya la han subido, hago la fila y veo como unas señoras se voltean a ver algo detrás de mí, son los guardias de seguridad forcejeando con alguien, la fila sigue avanzando y es mi turno, cuando estoy por entregar mi boleto escucho mi nombre.
—¡Gabriel! —grita una voz conocida, doy media vuelta y lo veo, saliendo entremedio de los guardias, él corre un par de metros, pero los hombres con uniforme lo alcanzan, lo tiran al suelo y comienzan a levantarlo para llevárselo —¡Gaby! —me salgo de la fila, apresurado camino hacia él, los guardias me alejan, pero les digo que está bien, que lo conozco.
—No importa que lo conozca, acaba de violar la seguridad del aeropuerto.
—¡Déjenme unos malditos cinco minutos! Por favor —ruega él con los ojos húmedos, me sorprende verlo así, tan desesperado, Leo se suelta de uno de ellos y llega hacia mí, lleva puesta mi chaqueta favorita del otro día —Perdón, perdón, perdón —dice rápido antes de que lo vuelvan a tomar —¡Perdón por no saber decirte lo que siento! —la gente se voltea a vernos, llamamos la atención de todo el mundo, incluso de la chica en la fila que está esperando a que yo suba al avión.
—¿De qué hablas? —pregunto aterrado.
—No quiero que te vayas, por favor —los guardias se detienen, lo dejan caer al suelo, él se levanta y se pone de pie —Por favor, quédate —Yo bajo mi mirada, en mi mano tengo el teléfono con el código de mi boleto, listo para irme y empezar de nuevo, si me llegara a quedar no valdría la pena en lo absoluto, porque todo seguiría igual —Gaby.
—¿A qué? —pregunto enojado —¿A qué debería quedarme? ¿A ver como yo sigo enamorado de ti, pero tú no me correspondes?
—Tú dijiste que ibas a trabajar en olvidarte de mí.
—No pude, por eso estoy acá hoy.
—¿Es mi culpa que quieras irte? —levanto los hombros con resignación, doy un paso atrás y Leo camina apresurado hacia mí —Perdón, perdón —vuelve a decir, yo me volteo para irme, Leo me agarra la mano —¡No te atrevas a irte! —me ordena —No puedes marcharte, yo te pertenezco a ti —me quedo en silencio, le miro a los ojos y le están cayendo lagrimas por sus mejillas —tú me gustas, mucho, sueño contigo todos los días, en serio que quiero estar contigo y besarte, abrazarte, darte todo lo que te mereces, pero tú sabes que no soy bueno para ti, soy un maldito delincuente.
—Eso es verdad —dice el guardia que seguía sosteniéndolo, para luego mirarlo con tristeza y soltarlo.
—La única persona que se ha honestamente interesado en mí no puede irse, tú no puedes marcharte —sigo sin decir nada, le veo pero no le creo, no siento que este momento sea real, doy unos pasos atrás, sigo con intenciones de irme, pero entonces Leo se me acerca con velocidad, me toma con las dos manos de la chaqueta y me empuja hacia él, me besa en los labios, yo abro mis ojos muy sorprendido, pero los cierro cuando siento por fin la calidez de su boca, sus labios encima de los míos, la forma en que desesperadamente con un beso final me dice que debo quedarme, se aparta, una de sus lágrimas se queda en mi mejilla, él me la quita y yo me quedo sin aliento.
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¿Estás Mintiendo?
Teen FictionCuando tenía 14 años, a Luck le comenzó a hablar un chico misterioso por mensajes de texto, se volvieron amigos muy rápido hasta que los mensajes se hicieron públicos en el Colegio y todo el mundo supo que él estaba enamorado de Aiden, su mejor amig...