Recuerdo cuando conocí Aiden, teníamos cerca de 8 ochos, yo estaba sentado solo en el comedor del almuerzo, miraba mi emparedado de queso con jamón, lo dejé a un lado y solo me bebía el jugo de naranja, un chico de cabello negro, delgado y una camiseta que le quedaba grande se sentó junto a mí, dijo buenos días y luego abrió su bolsa, sonreí porque hizo lo mismo que yo, dejó el emparedado a un lado y solo empezó a comerse la gelatina de fresa.
—¿No te gusta? —pregunté, señalando el pancito, él se giró hacia mí, negó con la mirada y habló con la boca llena.
—Mantequilla de maní, no me gusta.
—¿Te gusta el de queso con jamón?
—Mi favorito —dijo asintiendo con mucha rapidez.
—Si quieres cambiamos emparedados, el de mantequilla me gusta —él se quedó en silencio, dejó de tragar la gelatina y aceptó muy contento, cambiamos y nos pusimos a comer.
—Gracias por hacer esto —dijo feliz mientras masticaba —¿Cómo te llamas?
—Luck.
—¡Ah! En mi casa teníamos un perrito que se llamaba así, le decía Lucky, pero falleció para el verano —él presionó sus labios con algo de tristeza —en fin, soy Aiden.
—Bonito nombre, ¿Vamos a clases juntos?
—Si, soy el chico que se sienta al fondo porque me pongo a comer maní con sal y hago mucho ruido —él soltó una carcajada pequeña, yo también, y luego entendí que era muy agradable para nunca antes haberle dado importancia a su presencia —Tú eres el chico que se sienta al frente, el favorito de la maestra.
—La verdad es que me siento adelante porque me da miedo quedarme atrás.
—¿Y eso?
—Los... los chicos me molestan, dicen que soy medio raro, no sé a qué se refieren con eso —Aiden terminó de masticar su emparedado, se lo tragó de golpe y luego me miró a los ojos.
—Sentémonos juntos, a la mitad del salón, es un balance para ti y para mí.
—¿Es para que los chicos dejen de molestarme?
—Si, pero con una condición.
—Claro.
—¿Puedo decirte Lucky? Suena bonito —me sonrojé.
—Claro —acepté. Y no sé por qué estoy recordando esto ahora, en un momento de tanto estrés, de tanto miedo, supongo que estoy aterrado, conduzco lo más rápido que puedo para llegar a casa de Aiden.
Me bajo de mi camioneta y los amigos de Andrés llegan al mismo tiempo que yo, comienzan a quebrar las ventanas de la casa y patean la puerta, sueltan insultos, tiran huevos contra la pared, algunas luces de las casas de los vecinos se encienden, pero nadie sale a mirar que sucede.
—¡Andrés! —grito yo, llamando su atención, él suelta el ladrillo que llevaba en la mano y camina hacia mí —¿Estás loco? Eres un imbécil.
—Imbécil tú, ¿De verdad eres tan cobarde? Terminar conmigo por una llamada de teléfono y no querer dar la cara.
—Pues la estoy dando ahora, hablemos, no entiendo que haces acá en casa de Aiden.
—Tú lo sabes muy bien —él se me acerca, sus amigos siguen haciendo destrozos y veo que las luces en casa de Aiden se encienden.
—Hablemos, pero no acá.
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¿Estás Mintiendo?
Teen FictionCuando tenía 14 años, a Luck le comenzó a hablar un chico misterioso por mensajes de texto, se volvieron amigos muy rápido hasta que los mensajes se hicieron públicos en el Colegio y todo el mundo supo que él estaba enamorado de Aiden, su mejor amig...