Estamos con Mía afuera de la biblioteca, ya anocheció, termino de escribirle un mensaje a mi Mamá para avisarle que no iré a cenar, y Mía suelta un bostezo muy grande.
—No te duermas por favor—ruego entre dientes.
—¿Qué esperas? Me levanté a las seis de la mañana, te lo dije, mi gata tuvo gatitos, tengo ocho, ¿No quieres uno?
—Por ahora no, gracias.
—Debí haber pegado carteles de gatos gratis al lado de los con la cara de Allen —Mía rodea la mirada, yo me voltea a mirarla, ella levanta los hombros con resignación justo en el momento que Gabriel sale del lugar, cierra con llaves y se sorprende al vernos afuera.
—Hola —digo con amabilidad.
—Dios, si van a seguir molestando, les advierto que...
—No, no, no —digo de inmediato —Queríamos invitarte a beber algo.
—¿Y eso por qué sería?
—¿Segundas oportunidades? —dice Mía mientras suelta una sonrisa pequeña, Gabriel se muerde su labio inferior pero luego de un rato estamos sentados en una mesa de un bar bastante genial, no hay tanto ruido como para no escuchar lo que charlamos —Entonces —balbucea Mía, para romper el hielo mientras los tres tomamos distintas clases de mojitos —¿Que tal?
—Si esto es por lástima, por favor basta.
—Claro que no —digo —Bueno, quizás un poco —Gabriel comienza a ponerse de pie —Pero no es por tí, es por nosotros, por mí, por ser rencoroso, y como tú dijiste, no saber dar segundas oportunidades —Gabriel se me queda mirando, con ganas de huir y a la vez con ganas de quedarse, finalmente toma asiento con resignación.
—De acuerdo —dice —¿Qué cosa quieren saber?
—Para comenzar, ¿En serio empujaste la enfermera por la escalera? —pregunta Mía, bebiendo a gusto el mojito, eso es lo favorito en su vida, chisme y alcohol.
—Claro que no es cierto, a mí ni siquiera me expulsaron, mis Papás me sacaron del Colegio, comenzaron a darme clases particulares en casa mientras con un psicólogo manejaba mis problemas de ira.
—¿En serio? —pregunto sorprendido —¿Y actualmente como estás?
—Mucho mejor, pero eso no significa que tolere a la gente que no me soporta, si me odian, díganlo y no les molesto más.
—Yo no tendría por qué odiarte —le responde Mía —Luck sí, le hiciste la vida un poquito miserable por un semestre completo, eras algo homofóbico y racista.
—No era homofóbico.
—¿No? —pregunto riendo —Pero si me decías que...
—Me gustabas, y no sabía como afrontar eso —Gabriel nuevamente se muerde su labio inferior mientras yo me quedo en silencio, recuerdo todas esas veces que me molestó cuando era pequeño, siempre se volteaba a verme una última vez para verme, pero era diferente, como si se arrepintiera al momento de la forma en que me trató, ¿Era eso entonces? ¿Le gustaba a Gabriel? —Hablo en pasado, Luck, tranquilo.
—¿Será algo de familia? —pregunta Mía mientras levanta la mano para que le lleven otro mojito —Lo digo porque tú y Andrés son primos.
—No sé —ríe avergonzado —No soy gay, soy pansexual, o eso dice un test que hice en internet —Gabriel por primera le da un sorbo a su vaso, se ríe y Mía se le acerca para que se sienta a gusto.
—¿Podemos llamarte Gabi, cierto? —pregunta ella —Tipo yo soy Emiliana, pero mi gente me dice Mía, Luck es Luck, pero su chico le dice Lucky, y tú podrías ser Gabi.
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¿Estás Mintiendo?
Teen FictionCuando tenía 14 años, a Luck le comenzó a hablar un chico misterioso por mensajes de texto, se volvieron amigos muy rápido hasta que los mensajes se hicieron públicos en el Colegio y todo el mundo supo que él estaba enamorado de Aiden, su mejor amig...