Capítulo 15: MILEY

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Miré a Ada de espaldas con una sonrisa, seguía exactamente igual que el último día que la había visto con su ropa negra y su cabello rosa.

—Ada —la llamé.

Se volteó y fui hacia a ella para darla un abrazo, mentiría si dijera que no la había echado un poco de menos.

—¿Damos un paseo?

Asintió con la cabeza y empecé a relatarle todo lo que me había ocurrido esos días que no nos habíamos visto. La hablé sobre Adriel y sus amigos, sobre mis padres y mi escapada de casa para ir a la fiesta. Cuando terminé se quedó sin palabras y me miraba como si no me conociera, como si no fuera yo...

—Entonces...—empezó a decir con una sonrisa—, la niña buena se escapó.

—No me escapé.

—No —me mira divertida—. Te fugaste con un chico.

—Tampoco me fugue.

—¿Según tú que hiciste?

—Me fui...para ser independiente durante unos días.

—Unos días... —hace una mueca—. Fue más de una semana, Miley.

Fueron doce.

—Ya, pero no lo volveré a hacer.

—¿Por qué?

No respondí.

—¿Por qué te castigaron? ¿Y eso qué?

—No es por eso.

—Mira, a veces no te entiendo —pasa su brazo por encima de mis hombros—. Pero si lo que te preocupa son tus padres, ven a vivir conmigo.

Me reí.

—Estás loca.

—Lo digo en serio. Tengo un piso de dos habitaciones y muy cómodo.

—Ada, yo...

—Piénsatelo.

Asentí.

Las siguientes horas estuvimos dando paseos y al final, acabamos en una cafetería cerca del río. Ada se pidió un capuchino con un bizcocho y yo un café con leche junto con una magdalena.

—¿Y cómo era él? —me preguntó tomando un sorbito de su café.

—Si que has tardado en preguntarlo —comenté con gracia.

—Habla —me ordenó dándome una patadita debajo de la mesa.

—Pues... —dije, pensando como describirle—. Muy guapo, un desagradable y un estúpido, pero muy divertido.

—¿Y su nombre?

Estaba a punto de hablar cuando me fijé en la televisión que había detrás de Ada. Me levanté y me acerqué a ella.

—¿Puede subir el volumen? — le pregunté al camarero señalando la televisión.

Asintió y atendí a lo que decían.

—Hace unos días se lanzó una canción llamada, opposite poles por la discográfica del señor Davies —decía la presentadora—. Él cantante llamado: Unpleasant, no ha podido venir hoy y por ello, damos la bienvenida al señor Davies.

Tragué saliva al leer el nombre del cantante de nuevo en la pantalla.

—Miley, ¿te encuentras bien? — oí como decía Ada a mis espaldas.

—Tengo que irme —respondí con el corazón latiéndome como loco y pensando que no podría ser real, que tendría que ser un sueño. Salí con la voz de Ada llamándome, pero tenía que saberlo, saber que no lo estaba soñando y que de verdad había sido capaz de hacer algo como eso. Así que corrí hacia mi casa, corrí con tantas ganas que llegué enseguida y entré por la puerta como si fuera el fin del mundo, como si mis auriculares fueran la salvación de la humanidad.

Nuestras heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora