Capítulo 36: MILEY

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—Miley, sal de la cama de una vez —oigo a Ada ordenarme desde el marco de la puerta de mi habitación—. ¡Miley!

—Déjame, Ada —le susurro con voz ronca y cansada.

Pero ella me ignora y se acerca a mi cama, agarra mis sábanas y tira de ellas hasta destaparme y el frío me cala huesos.

—No puedes seguir con esta rutina de mierda —empieza y sé lo que va a decir—. ¡Ya han pasado casi dos meses, Miley! Es hora de seguir con tu vida, aunque duela.

Niego con la cabeza, pero mi amiga se sienta a mi lado y me obliga a mirarla, y no me gusta lo que veo...

—No voy a dejar que te hagas esto a ti misma por una simple ruptura, una más en la larga lista de amores.

Me río sin gracia.

—No, no lo es —murmuro haciéndome un ovillo en mi cama—. No es una ruptura cualquiera, Ada. Estoy enamorada de él, le quiero, yo...— trago saliva—. Siempre será él, da igual el tiempo que pase porque yo le seguiré queriendo.

Oigo un suspiro de su parte y al ver cómo me abrazo a mí misma me vuelve a tapar con la manta, aunque quiera que salga de la cama y vaya a hacer algo con mi vida.

—Es un tío más y por romper con él no se acaba el mundo.

—No lo entiendes, Ada y nunca lo entenderás porque tú no has vivido lo que yo.

—Mimi...

—Déjame sola, Ada.

—Pero...

—¡Qué te vayas! —exclamo y me siento fatal por gritarla, por levantarla la voz... Y mis ojos se llenan de lágrimas—. Por favor déjame sola, Adelaida.

—De acuerdo —dice derrotada dirigiéndose a la puerta, pero se para y noto su mirada en mí al tiempo que dice—: No vuelvas a llamarme por mi nombre completo ¿vale?

—Vale.

Entonces cierra la puerta y yo vuelvo a sumergirme en mis lágrimas silenciosas.

★★★

El tiempo pasa tan rápido y a la vez tan lento.

Ya han pasado dos largos meses y sigo sin saber nada de él, sigo con la sensación de que algo está mal... pero por lo menos ya no me paso el día pensando en él o compadeciéndome de mí misma o llorando.

Salgo de casa muy a menudo para entrenar y así ganar el torneo, ya que es la única cosa que mantiene mi mente ocupada estos días. También suelo dar largos paseos con Ada, pero hoy ella debe trabajar y he decidido ir sola escuchando algo de música.

Hoy el cielo está despejado de nubes, tiene ese color azul que me hace recordarle y odio que él venga tan a menudo a mi mente, que cada vez que veo algo lo relacione con un momento que pasamos juntos y es tan frustrante no sacármelo de la cabeza, aunque eso ya lo sabía.

Jamás me olvidaré de ese desagradable que consiguió ser el único porque da igual cuánto pase, ese estúpido es y será el que puso mi mundo patas arriba.

Suspiro y cambio de canción a una cualquiera que nunca he escuchado, se llama "Wounds" y parece ser muy famosa.

Oigo las primeras notas y entonces, su voz resuena por mis auriculares haciendo que me quede paralizada y con el nombre del cantante en la punta de mi lengua.

Es él...

No puedo emitir ningún sonido.

No puedo ni moverme.

Nuestras heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora