Capítulo 14: ADRIEL

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Las notas empezaron a fluir.

Las paredes dejaron de ser tan pequeñas y agobiantes.

El ruido de mi cabeza cesó y la voz quiso salir por fin de mi garganta.

La canción se formó, llenándome y sintiendo que cada palabra que escribía era real.

Mi libreta se llenó de tinta y de corcheas, de claves de sol y de blancas... Se impregnó con color, de sentimientos, de letras...

La música lleno toda la casa, mi mente y parte de mi corazón como antaño lo fue.

★★★

En la noche, leí lo que había creado y me encantó, me sentía orgulloso de lo que había hecho, feliz...

Cogí mi móvil y llamé a ese número de teléfono que creía que nunca lo volvería a marcar en lo que me quedaba de vida.

—¿Sabes qué hora es? —me preguntó cabreado, pero la noticia que estaba a punto de confesarle le encantaría.

—Lo tengo— le dije sin dejar que siguiera quejándose.

—¿Qué?

—Que lo tengo, ya lo tengo —repetí con una sonrisa dibujada en mi rostro.

—¡¿No me fastidies?! —exclamó ilusionado, pero no como. Oí como se acomodaba, ya que seguramente estaría durmiendo a las cinco de la mañana y después como suspiraba con alegría.

—Mañana... Bueno hoy —comentó—. Tengo unas cuantas reuniones, pero después de la hora de comer estoy libre. Vente y hablamos, y me lo enseñas.

—De acuerdo.

Hablamos unos minutos más y cuando colgué, me tumbé en la cama con esa satisfacción de volver a hacer lo que me gustaba y todo ello, era gracias a ella... A esa pequeña estrella que había caído del cielo para hacerme bien. 

Nuestras heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora