Capítulo 22: MILEY

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—¿Estás segura de esto? —me pregunta Ada por décima vez consecutiva.

—Si —contesté.

Salí de su coche, sabiendo que no había vuelta atrás.

Ada me siguió hasta el portal, abrí la puerta y después subimos en el ascensor hasta el ático, la casa de mis padres. ¿Para qué? Para recoger todas mis cosas y no volver a pisar esa casa en mi vida.

Cuando llegamos, fuimos directas a mi antigua habitación al notar que Berta no estaba y allí metimos todas las cosas que necesitaba: la ropa, zapatos, los libros, mi equipo de patinaje y trajes, el cepillo de dientes...

En menos de media hora lo teníamos todo.

—¿Hay algo más que quieras llevarte?

—No, solo quiero esto.

Salimos con la misma rapidez que entramos y cuando llegamos al vestíbulo, es decir, el portal, no pudimos evadir al portero. Cuando entramos, él no estaba porque había cambio de turno y sabía que iba a decir a mis padres que había estado aquí, pero si soy sincera, me daba igual. Por mí, como si se enteraba todo el mundo que me había ido de casa, que me iba a hacer independiente y que estaba haciendo lo que me daba gana y me sentía genial por ello.

—Venga, hay que meter las bolsas en el maletero— dijo Ada dirigiéndose a la parte trasera del coche.

—Vale —respondí aún metida en mis pensamientos, mientras la daba las bolsas para que las guardara.

—Ya está —me informó cerrando el maletero—. ¿Estás bien?

Aparté la mirada de la fachada del edificio donde me había criado y la miré con un poco de tristeza.

—Si, solo estoy un poco rara —contesté entrando en el coche—. Es extraño irme de casa, tengo muchos recuerdos allí.

—Lo sé, pero de eso trata —me dedicó una sonrisa—. Salir del nido y volar, no puedes estar toda la vida sin desplegar las alas.

★★★

La pista de hielo me recibió como siempre, vacía y gélida con una sensación de nostalgia y alegría.

Sonreí al deslizarme sobre el hielo, al sentir como el aire helado pasaba por mis fosas nasales. Jamás me cansaría de hacer esto.

Empecé a girar sobre la pista para coger velocidad, hice algunas acrobacias y giros cuando sentí la inspiración.

Mi mente empezó a reproducir la canción de Adriel y yo me dejaba guiar por mis sentimientos, por las emociones que me creaba cada palabra, cada acorde. Me dejé llevar de una manera única y cuando terminó la canción, me quedé en medio de la pista con el pulso acelerado al igual que mi respiración y entonces lo supe, no tenía que hacer una coreografía para que fuera grandioso, no hacía falta que pensara en el paso estrella porque todos lo eran.

Cuando llegará el gran día, la música sonaría por los altavoces y yo me deslizaría por la pista dejando que la canción me envolviese.

Sonreí y me detuve en medio de la pista cuando lo oí...

—Hacía tiempo que no te veía —escuché su voz a mi espalda y me giré a ver a mi entrenadora en la entrada de la pista—. Exactamente casi un mes, ¿te parece normal?

No pude responderla.

—¿Te crees que esto es una tontería?

Negué con la cabeza.

—Has perdido facultades, ya no patinas como antes —.Y lo sabía, lo sabía muy bien. —Esto no es un juego, Miley. Eres buena, una de las mejores y no puedes dejar esto por nada, ¿entiendes? El patinaje es lo único que tienes.

Nuestras heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora