Seguí mirando la pantalla del televisor apagado cuando Ada se acercó a mí con una bandeja llena de dos cubos de helado, de vainilla y chocolate. Su gesto me molestó a la vez que me gustó porque ella creía que estaba pasando por un corazón roto y que algo dulce me ayudaría, pero no era así, no tenía el corazón roto ni nada parecido o al menos eso me obligaba a pensar.
Mi mente no paraba de repetir el beso en mi mente, como si quisiera que recordará que lo mío con Adriel no había terminado, sino que acaba de empezar.
—¿Vas a decirme que te pasa? —me preguntó preocupada—. Vienes a medianoche con los ojos rojos porque si, sé que has llorado... y me dices que quieres vivir conmigo. ¿Qué te ocurre?
—Me confesó que le gustaba —suelto de golpe, sintiendo que al decirlo se ha hecho más real de lo que ya es.
Miro a Ada de reojo y veo como tiene la boca abierta.
—¿Y qué le dijiste? —pregunta con cautela y curiosidad.
—Que era imposible...
Sus ojos azules vienen a mi mente y el dolor que mostraban, la tristeza, la decepción...
—¡¿Tu eres tonta?! —exclama, asustándome un poco.
—Es que es imposible, en serio —la digo, pero siento que me lo digo a mi misma, que me estoy autoconvenciendo que no puedo ser—. Él es tan...y yo soy...—suspiro—. Somos muy diferentes, pero...
—Conjuntáis muy bien, hay química —adivina con una sonrisa, cogiendo uno de los cubos de helados.
—Si, pero eso no es suficiente.
Casi la faltó reírse en mi cara por la mirada que me hecho.
—¿Por qué? ¿No te entiende o es que no te respeta? ¿Acaso no quiere lo mejor para ti? ¿No es amable ni agradable contigo? ¿O tal vez no es divertido ni te hace reír? —enumera llevándose a la boca una cucharada de helado de vainilla y dice para terminar—: ¿No te sientes cómoda a su lado?
Y me encantaría decirla que no, que no hace nada de eso, pero lo hace y lo hace bastante bien...
—No, hace todo lo que has dicho.
—¿Y entonces? —insiste—. Dame una razón de peso, por la cual no puedes estar con él.
No respondo.
—¿Acaso hay alguna?
No.
—Tiene muchos secretos y desconfía de mí.
—Pero eso es normal, os estáis conociendo —me recuerda—. Pasito a pasito, Miley.
No digo nada.
—Te voy a decir algo que me decía mi madre: «Ve poco a poco, no te frustres. Cada persona necesita un tiempo para abrirse y no todas son lo suficiente para quedarse hasta el final o para estar siempre».
La miro y me fijo en sus ojos que rebosaban de cariño, su sonrisa tranquilizadora, esa expresión comprensiva en su rostro...
—Sabes perfectamente lo mal que se me da esperar —la recuerdo.
Ada niega con la cabeza y me mira con esa cara que siempre pone cuando quiere explicarme algo.
—No te estoy diciendo que le esperes, estoy diciendo que le des tiempo.
—Tiempo... —repetí.
—Si, tiempo —afirmó y vi un atisbo de dolor, pero fue tan corto que me lo imaginé—. Todo el mundo tiene derecho a tenerlo alguna vez.
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Nuestras heridas
Teen Fiction✯PRIMER LIBRO DE LA BILOGÍA NUESTRO ✿ Adriel fue a aquella fiesta por su amigo, pero nunca pensó que esa castaña se cruzaría en su camino. Ella tan solo quería divertirse, pero acabo conociendo a aquel que le pondría su mundo patas arriba. Había alg...