Capítulo 37: ADRIEL

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—Parece que voy a un puto entierro.

Vuelvo a mirarme en el espejo del probador, sintiéndome un imbécil con este traje.

—Te pega con tu estado de ánimo de estos días —oigo como dice mi manager, James Craig, al otro lado.

—¿No tienes más cosas que hacer aparte de deprimirme más?

Salgo del probador aún con el traje negro puesto.

—No —me sonríe—. Simplemente tenemos que comprarte esto e ir a la cadena para que te hagan la entrevista.

—Genial...

—Cámbiate y págalo, te espero fuera —dice ignorando mi comentario y alejándose mientras se lleva el móvil a la oreja, y cuándo sale de la tienda empieza a gritar como loco.

Mejor no ser manager en lo que me queda de vida.

Entro de nuevo en probador y empiezo a quitarme la chaqueta cuando veo mi reflejo en el espejo, lo único que me viene a la cabeza es tristeza al ver mi mal aspecto.

Estos dos meses han sido una tortura que se han compuesto de componer, cantar, grabar, ruedas de prensa, entrevistas... y ya me estoy cansando de tanta fama, aunque no me ha dado tiempo de pensar en nada y cuando me refiero a nada, es a ella. A ver algunas veces sí, cuando compongo, pero por lo demás no me da tiempo ni a respirar por este nuevo mundo.

Solo recuerdo ese veintisiete de agosto cuando me voy a la cama y puedo analizar todo en silencio y con calma. Sé porque ella hizo lo que hizo, pero la forma en la que yo actúe tampoco fue la adecuada, ninguna de las dos lo fue y aunque me duela admitirlo no volvería atrás si tuviera la oportunidad de cambiar ese día. Todo lo que ocurrió fue por una razón y si, todas las noches me duele recordar que ya no estamos juntos y que no hablamos desde hace mucho tiempo, pero es lo que toca vivir.

Salgo del probador después de cambiarme la ropa y voy a pagar, ni siquiera miro cuánto dinero me he gastado, simplemente paso la tarjeta de crédito y meto el pin. Cuando acabo, salgo de la tienda y entro en la limusina con James. Él me ha ayudado en todo momento, es una buena persona y nos hemos convertido en muy buenos amigos, tanto que está al corriente de mi ruptura.

—Vamos a tener que parar en el hotel para que te cambies de ropa y de máscara, aparte hay que preparar lo que vas a decir en la entrevista, nada de responder sin pensar —dice James mientras busca algo en su teléfono—. No hagas eso de la última vez, ¿entendido? Nada de decir bobadas o de ir borracho.

Aún recuerdo ese día, fue unos días después de romper con ella. No podía con nada, no tenía ganas y así estaba esa botellita en el minibar... Ojalá no hubiera pasado nunca.

—De acuerdo.

—Por cierto, ¿qué tal llevas lo de Wright?

—Como siempre —respondo mirando por la ventanilla, intentado apartar los recuerdos de mi mente—. ¿Sabes que puedes llamarla por su nombre? No me va a afectar.

—Claro —responde, divertido—. Eso ya me lo cuentas en la entrevista cuando salga el tema del torneo.

—No va a salir el tema.

—Una comida en el restaurante de la esquina a que si —me reta, hablando de ese sitio tan caro y lujoso.

Le miro mientras agarro su mano y cerrando la apuesta.

—Que sean dos.

Sonreí y empezamos a preparar un poco de lo que debo decir antes de llegar al hotel.

★★★

—Tu nueva canción ha superado todas las expectativas que teníamos previstas —me dice la entrevistadora de cabello rubio teñido que tengo a mi lado y de la cual no me acuerdo ni de su nombre, ¿era Susan o Rose?

Nuestras heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora