Capítulo 38: MILEY

36 3 0
                                    

No sé muy bien que estoy haciendo mientras me acerco a la puerta y doy tres golpes, pero sé que es buena idea, que necesito hablar con ella porque puede entenderme. Así que espero un poco impaciente y nerviosa hasta que abre la puerta con una sonrisa.

—Querida, ¿qué haces aquí? —suena tan sorprendida y amable que los ojos se me inundado de lágrimas antes de tiempo.

—No puedo más, Irina —respondo en un sollozo.

Ella viene corriendo a abrazarme, aunque no seamos tan íntimas, pero lo agradezco. Dejo que me abrace y me consuele al tiempo que nos adentramos en su piso

—¿Qué ha pasado? —me pregunta.

Nos sentamos en el sofá y me limpia las lágrimas en un gesto maternal, y de repente me veo extrañando esa parte de mí infancia.

—Yo...

—Te he cogido un poco de... —oigo una voz y me volteo hacia ella para ver a una mujer de la tercera edad, tiene el cabello completamente canoso y unos ojos azules que me dejan sin respiración porque parecen los ojos de otra persona.

—Alana —dice Irina—. Te presento a Miley.

—¿Miley? —pregunta con una sonrisa llena de emoción y se sienta a mi lado—. ¿Eres Miley Wright?

Asiento con la cabeza, sin saber muy bien porque está tan emocionada.

—Adri no ha parado de hablarme de ti —comenta—. No sabes las ganas que tenía de conocerte.

—¿Adri? —fruncí el ceño—. ¿Se refiere a Adriel Cass?

—Por supuesto que me refiero a él, aunque no entiendo porque está tan empeñado en usar el apellido de su madre —suspira—. Antes utilizaba el de su padre, es decir, el mío.

Y mi corazón se cae a pedazos cuando me dice que si...

—Un momento, ¿usted es su abuela? —pregunto procesando toda la nueva información.

—Así es —sonríe—. Alana Müller a tu disposición.

Entonces veo su gran parecido con Adriel. Esos ojos azules, su sonrisa, la misma tez blanca... Tienen tantas cosas en común que las lágrimas vuelven a amenazar con salir.

Me regala una sonrisa y me mira con atención hasta que se da cuente mi estado, de mis ojos rojos por llorar.

—¿Te encuentras bien, querida? No tienes buen aspecto.

Y simplemente, su preocupación es lo que me llorar por octava vez en el día.

—Miley... —dice mientras me abraza y el sonido de su voz pronunciando mi nombre me recuerda tanto a la de su nieto... A la del chico que quiero.

Cuando por fin consigo calmarme, ambas están sentadas a mi lado y veo como las dos me miran confundidas como si no supieran lo que en verdad me ocurre.

—¿No lo saben? —pregunto mirando a Irina.

—¿El qué? —contesta Alana.

— Él y yo rompimos hace casi tres meses —susurro, siento el dolor más fuerte que nunca al decirlo en voz alta—. Le había surgido la oportunidad de cumplir su sueño, pero no quería irse porque yo me quedaría aquí... Y yo dije la única cosa que se me ocurrió en ese momento y al final, se fue...

Alana me mira con cariño y me aprieta la mano para darme apoyo, a la vez que sonríe dulcemente.

—Seguro que se puede arreglar.

—Los dos os queréis mucho, esto solo es un paréntesis en vuestra relación —agrega Irina dándome un pequeño abrazo.

—Lo peor es que... él me confesó que estaba enamorado de mí, unos minutos antes de romper —murmuro con un sollozo—. Y yo no le dije que también estaba enamorada de él y....

Nuestras heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora