Capítulo 27: ADRIEL

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Cuando salió del portal sentí que se me cortaba la respiración, sentí como mi corazón latía sin control contra mi pecho y sentí que todos mis pensamientos desaparecían para centrarse solo en ella, en Miley, en mi Miley... También supe que quería besarla, contarla todo lo que me atormentaba, mandar todo a la mierda y hacer como si esos tres días nunca hubieran pasado, olvidarme de esos días lejos de ella y de lo que me contó sobre William.

No es el momento.

Suspiro alejando a ese hombre de mi cabeza para mirarla de reojo y noté como algo reaccionaba en mi interior, como se hundía en lo más hondo de mi interior y me dejaba paralizado y sin aliento porque se veía hermosa... Ella era la mujer más hermosa que había visto nunca y esa luz que la acompañaba, esa luz que desprendía me impedía alejarme y centrar mi atención a otra parte que no fuera mi pequeña estrella.

Suspiro una vez más y bebo un poco más de mi ¿cuarta copa o la quinta? En realidad no tengo ni idea de cuántas me he tomado, aunque Miley me ha prohibido pedir otra y me hace gracia que se preocupe por si me pongo borracho. Creo que debiera decirla que las copas no tienen casi alcohol y que para estar achispado debo de tomarme unas cuantas más, pero no lo hago, no le digo nada y la hago caso.

Me atrevo a volver a mirarla unos segundos más mientras la gala continua y lo único que me apetece es salir de este lugar con ella para irnos a cualquier sitio que no tenga que ver con estas personas, con este mundo... Porque quiero estar solo con ella, a solas... como antes.

Noto como el camarero se acerca y le pregunto cuánto queda para que acabe la gala provocando que me miré con aburrimiento al tiempo que limpia sus manos en una servilleta de tela blanca.

—Tres horas —me responde.

—¿Y cuántas llevamos?

—Casi tres horas —contesta con molestia.

—¡Genial!

Me giro y vuelvo a fijar mi mirada a la multitud cuando Miley habla.

—Podrías disimular un poco.

—No veo el porqué —me mira sorprendida y me fascina lo expresiva que puede llegar a ser—. Estoy hasta las narices de esta gala y me quiero largar, Miley.

Veo como asiente con la cabeza y mira hacia la multitud, pero sé que sus pensamientos no están aquí, que están muy lejos de donde estamos y me pregunto dónde estarán, me pregunto si alguna vez me dejara entrar o ser parte de ellos porque lo deseo, deseo estar en su mente ya que ella está en la mía y quiero ocupar su mente lo mismo que ella la mía.

—¿Qué tienes pensado hacer cuando termine? —pregunta acercándose su copa a los labios y beber un poco.

La observo en silencio e intento crear una respuesta coherente.

—Llevarte a casa e irme a la mía.

—¿Nada más?

—No —miento porque lo que en verdad quiero es irme con ella.

Vuelve a asentir y veo como reprime contarme algo, por lo que me veo obligado a preguntar.

—¿Por qué?

—¿Por qué, ¿qué?

—¿Por qué me has hecho la pregunta?

—Por nada en especial —murmura y baja la mirada a sus manos.

—Miley...

Deja la copa en la encimera de la barra y se pone delante de mí. En ese momento, me replanteo haber abierto la boca.

Nuestras heridasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora