Capítulo 7: Enfermarse por trabajar.

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Las sábanas de su cama estaban lavadas y eso le dio confianza a ella para lanzarse a descansar. Muy pronto cerró sus ojos, acurrucó su nariz en el aroma, y acostarse boca abajo le resultó cómodo. En su mente todo fue negro, pero estaba tan cansada que en verdad alcanzó la fase REM: se soñó a sí misma en tercera persona caminando sobre las calles de su infancia. La gente huía yendo en dirección contraria a ella, y sin saber por qué, continuó caminando enfrentando su temor mirando fijamente al cielo: miles de mándalas giraban y cambiaban de color como de forma... Sin embargo, pronto fue levantada por Doloris tomándola por la blusa. Tizne hiperventiló tocándose el pecho mientras vio implorosa a La Señora.

          —Ey, tú aún no acabas.

          Hizo bajar a Tizne a un pozo. Doloris giró la polea sonriendo desde arriba mientras la chica sólo no encontraba el final, y por no sentirse inexistente en el vacío de la obscuridad abrazó la soga. Se sintió el golpe al tocar suelo como el escuchar de un chapotear.

          —¡Señora, he tocado el fondo!

          —¡Perfecto, ahora baja y tráeme todos los renacuajos que encuentres!

          Ella cerró los ojos separando los dedos de su mano, respiró hondo y bajó a juntarlos para echarlos a la cubeta aun con el lodo. Al terminar ella fue subida, al llegar, Doloris tomó la cubeta colocándola en el suelo y en cuanto Tizne bajó La Señora se comió a las criaturas como si fuesen palomitas con salsa. La chica la vio asqueada, pero sonriendo por el absurdo, entonces se masajeo el rostro deseando descansar ahí mismo.

          —Si fuera tú, no me incitaba a dormir —sugirió viendo un renacuajo.

          Tizne dibujó un círculo fuera de otras formas geométricas extrañas en el suelo con un gis verde. Este soltó una luminiscencia que pareció radioactiva, y eso explicó por qué el objeto era tan cálido hasta el punto de preocupar a la chica por su salud. Ella volteó arriba: Doloris veía desde uno de los escalones afilando sus garras con una lima para machetes, se detuvo un momento para responderle.

          —No es toxico, si lo fuera ya te retorcerías —dejó la lima y levantó un papel donde tenía dibujado un símbolo—. Ya casi terminas, vas bien niña.

          —Sí señora —y sólo avanzó alargando un poco la línea cuando se detuvo para rendirse... sin embargo, ella levantó su ánimo volviendo a dibujar.

          Dibujó algunas mándalas guiándose de su propia hoja, agregó los últimos tres puntos, y se levantó triunfante hasta sonreír. Le dio tanto gusto que lo vio como otro logró personal.

          —¡Perfecto Tizne! —llegó abajo de un salto—. Ahora, apártate.

          Entonces ella obedeció dirigiéndose a una pared, viendo desde la distancia. Doloris extendió las manos, y esa acción bastó para que una luz cegará a Tizne quien se tapó con el brazo. Un ardor se extendió sobre sus brazos y cuello, se preguntó una vez más si eso era radioactivo, pudo haber preguntado otra vez si no fuese porque notó que la luz se fue. Se destapó los ojos para ver un holograma gigante del planeta tierra.

           —Señora, ¿y eso para qué es? —se acercó asombrada.

          —Es para cerciorarme de que no falte rincón donde no llegue mi misión —la volteó a ver con el rabillo de su ojo derecho sonriendo con malicia.

         —... Se compadecerá de ellos —insistió sintiendo las ojeras para saber si ella se daba cuenta de su crueldad—, como lo hizo conmigo.

          —... —soltó humo por la nariz y señaló la entrada—. Ve y haz la siguiente tarea.

          Ella arrugó la nariz y se dio media vuelta, sin embargo, antes de llegar estornudó... cinco veces. Doloris la vio cruzando los brazos.

           —¿Es que no puedes caminar mientras estornudas? Me distraes —volvió a ver el holograma.

           En una habitación completamente azul (tan azul que la atmosfera era azul también), ella no dejó de vigilar las estrellas con su ojo derecho gracias al telescopio. Fue una labor aburrida porque ni siquiera veía planetas, cometas, nebulosas, sólo estrellas comunes, y si bien los primeros diez minutos fueron emocionantes, el sueño fue lo que más anheló. Una estrella, otra estrella, debió informar un cambio extranormal, pero nada ocurrió... Las estrellas titilaban, y se movían, pero eso no fue lo suficientemente asombroso como para reportarlo. De pronto, las estrellas entraron por el cilíndrico objeto, y ella despegó el ojo. Estos cayeron como arena, pero pronto tomaron vuelo al redor de la habitación "... La Señora debe ver esto" y bajó de su asiento, sin embargo, no pudo ponerse de pie, en cambio, se desplomó al suelo. Se acurrucó en el suelo tapándose con sus brazos, el polvo estelar siguió desplazándose "Volverán" pensó, y cerró los ojos.

          Pasó un rato, el polvo estelar siempre le hizo compañía a su cuerpo cansado hasta que fueron espantados por la presencia de Doloris. Con desdén, ella se acercó a Tizne frunciendo el ceño, elevó su pie hacia atrás... no lo dejó avanzar, en cambio cerró los parpados con fuerza y devolvió su pata al suelo.

          Sus brazosdescendieron para soltar el cuerpo en su cama, sus manos la cobijaron, su garradespejó un mechón del rostro, la mano se había retorcido un poco con deseos dearañar pero pronto se pusieron rígidos, se alejó y ella también.

La fama del dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora