Capítulo 23: Frente al ángel de la resilencia

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"¡No lo soporto, no lo soporto!" pensó. Corriendo en el bosque no hizo más que analizar lo que ocurrió allá: Doloris tenía todas las de perder, ángeles como demonios iban tras ella, las dos estaban condenadas y la peor parte es que ni si quiera supo la razón, sumando a este infortunio no supo si la supuesta misión que se le había asignado fue para empeorar el asunto; empezó a dudar hasta de ella misma, y vio sombras en todos lados.

          —¡Basta! ¡Déjenme sola!

          Aceleró el paso, e introduciéndose en la zona donde podía teletransportarse dio un salto forrándose de las llamas... Ni siquiera tuvo más tiempo para analizar cuando envaneció dentro de la mansión. La chica vio a su alrededor aterrada.

          —Tizne —un susurro surgió por debajo de la mesa—, ¿eres tú?

          —¡¿Quién eres?! —preguntó con justa razón.

           Doloris asomó su cabeza extendiendo su brazo. Tizne se acercó agachándose un poco, aunque la señora pronto hizo que pasara a esconderse también jalándola de la muñeca. Molesta, la chica se acomodó el pelo.

            —Estoy harta —gritó susurrando (por decirlo de un modo)—: primero me visita un supuesto ángel, luego un demo...

             —Shh —interrumpió—, guarda silencio.

             —¡Pero mira lo que me ha hecho!

             —¿..Qué? —tomó su brazo, pero luego junto su cuerpo contra el suyo—. No importa, guarda silencio.

              —¿De quien...?

              Pero Dolor tapó su boca con la palma de su mano. El rostro de la chica enrojeció, sin reflexionarlo bien, pensó en darle un manotazo a su ama y renunciar de su puesto aprovechando que Doloris se lo había propuesto antes, sin embargo, como desgraciadamente es un ser humano, le había ganado la curiosidad.

               —Escucha —continuó Dolor—: viendo las circunstancias, debes saber que... me siguen todos los grupos demoniacos y celestiales.

               Encolerizada, apartó la mano de su ama alejándose de ella.

               —Dime algo que no sepa. Un demonio me ofreció un trato.

              —¿Cómo? —finalmente puso atención—, ¿Fue viejo o joven?

              —¡Ahora todos queremos saber la verdad!

             —Shh, no alces la voz... —su piel brillaba, pero por la humedad—. Te juro que te lo explico luego, ahora, hay que cuidarnos de ellos.

               Tizne ni siquiera se quiso mover temiendo que la atacase otro demonio, en todo caso quiso esperar pacientemente la respuesta, aunque por el terror ya no tenía muchas ganas de descubrirlo. Junto sus rodillas en su pecho... Ella no lo supo, pero unos dedos atravesaron el mantel detrás de ella, unos brazos largos bajaron a su vientre, la tomaron y tiraron de ella. La chica gritó y Doloris derribó la mesa queriendo rescatar a la chica...

                 —¡Ni un movimiento más! —ordenó una voz suave y firme.

                 Tizne, entre los brazos de aquel ser, quiso voltear a ver el rostro de su supuesto agresor hasta que este soltó un fulgor tal que parecía la del holograma de su ama, entonces no volteó.

                —Eso fue muy inmaduro de tu parte, Véhuiah.

                —Ve... ¿qué? —susurró para sí, la chica.

                —Humana —continuó una segunda voz—, permítenos hablar con tu ama.

                —... Suéltenla... No me iré a ningún lado.

                —... No voltees atrás —le recomendó su captor.

                Ella negó con la cabeza, y una vez que la soltaron Tizne aceleró a la entrada, y al llegar, cerró las puertas del taller. Sus manos se quedaron en los picaportes un momento, el haber convivido mucho tiempo con entes extraños la metieron en problemas. ¿Debía conocer más? Seguramente se lo iba a reprochar, pero colocó una oreja en la puerta.

                —... No descansaremos hasta que aceptes tu verdadero puesto en el cielo, Véhuiah, no nos detendremos hasta ver finalizada tu misión.

                 —Hace décadas que ya hubieras terminado, pero te niegas a hacerlo.

                 —No saben por lo que he pasado —reconoció la voz de Dolo... Véhuiah, Doloris ¡quien sea!—, ¡¿tienen idea de lo que es vivir en la tierra?! ¡Me hicieron pasar por calamidades a propósito...! ¡Casi pienso que es una venganza suya! ¡Déjenme vivir con mi culpa en paz! ¡A partir de ahora trabajo a mi manera 

            —¡¿Y qué harás en el fin del mundo?!

           —Nada —bajó la voz para subrayar la seriedad—, no hare nada, me quedaré con esta forma demoniaca.

          —Estas asustando a la población del mundo.

          —¿Y eso qué?

          —Los humanos no saben en que creer, los has confundido en vez de ayudarlos, Véhuiah, ¡¿en qué dirección diriges la humanidad?!

          — Véhuiah..., no eres la única que ha sufrido, santos mártires están en el cielo por sus sacrificios. Piensa en el después.

            —... Váyanse —sollozó ella—. Las décadas ni los siglos serán suficientes para convencerme de volver a pasar por lo mismo.

             —... ¿Ni siquiera salvar a tu amiga te convencería?

             Una lagrima recorrió la mejilla de Tizne, quería entrar, pero se limitó a taparse la boca.

            —Ella no lo resistirá —continuó un ángel, susurrando.

            —Déjala —interrumpió el otro—, debe asimilarlo.

           Un destello pasó por debajo de la puerta dejando en completa obscuridad toda la mansión (las cortinas estaban extendidas)... Los sollozos se hicieron más fuertes, y Tizne no esperó a entrar: su ama estaba en el suelo, sentada, secaba sus mejillas. Tizne se acercó para abrazarla.

            —Todo va estar bien, señora.

           —... Tizne... yo fui un ángel.

           La chica no dejó de abrazarla, en cambio abrió más los ojos.

          —Fui Véhuiah, elángel de la resilencia...

La fama del dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora