Más que una máscara, lo que tenía en sus manos fue un antifaz: la frente de un lagarto cornudo color marrón, y con unas manchas rojas bordeando sus parpados; despreció su figura horrorosa por un momento, pero pronto reflexionó sobre su misión: tal vez debía intentar convencer a la señora con otros métodos que no sean necesariamente la compasión, sin embargo ¿qué debía hacer? Pensó en amenazarla de nuevo con otra invocación, pero no quería meterse con monstruos aparentemente peores; aprovechar una oportunidad de mostrarle la mansión a un oficial, pero podrían trasladarse a otro lado. Sólo pudo pensar en dos opciones, y golpeó ligeramente su frente con la frente de la máscara.
—Ey, ¿qué te pasa?
—Nada, Señora —se despegó, abriendo los ojos en varios parpadeos— ¿Qué se le ofrece?
—Ponte el antifaz. Esta noche me acompañaras a una misión donde haya mucho público.
Sobre un edificio de alguna ciudad, Tizne montó una de las cabras de Doloris (un poco más grande que las comunes); logró domarla con mucha facilidad, pero no con poca extrañeza. Ella acarició su cabeza mientras vio a la señora entrecerrar los ojos fijándolos, pareció, que aun punto preciso.
—Tizne —llamó antes de que ella preguntará algo—, tú que eres una humana contemporánea común, dime, ¿Dónde se puede entrar a un concierto desapercibido?
—¿Cómo? ¿Por qué quiere entrar a un concierto? —se preguntó puesto a que no van a lugares específicos si no tienen una relación espiritista con Doloris.
—¡Ep, primera regla!
—... "No pregunto, obedezco" —dijo en automático—... No estoy segura.
—Ay, pero que inútil eres —y siguió viendo la distancia.
—... Puede darme un zape si es preciso —se burló... y no a la vez.
—Noo.
—Tal vez si pudiera devolverme el celular podría averiguar algo.
—¿... Puedes buscar una entrada con eso? —la volteó a ver.
—Yo creo que sí, ¿Usted no sabe usar un celular?
—... Escucha, llevó dormida como un siglo, no sé cómo funciona la tecnología contemporánea —sacudió la palma—. No diré nada más allá de eso.
La chica empezó a reflexionar unos instantes sobre las limitaciones de su ama preguntándose si así podría sacar provecho de eso, sin embargo, no terminó de reflexionar cunado Doloris siguió adelante con su camino.
—Vamos, Tizne. Dirijámonos a un callejón. Tengo un plan, pero tenemos que apurarnos.
Dolor saltó entre los edificios y ella, gracias a la costumbre, la siguió sobre la cabra. Ambas bajaron por unas escaleras cuando llegaron al callejón más cercano al concierto. Doloris asomó un poco la cabeza y Tizne también notó la aproximación de una limosina, entonces volvió a ocultarse.
—Sólo la gente indiscreta viaja de esa forma.
—¿Quiénes van ahí, Señora?
Doloris colocó su dedo índice en los labios, y luego se enderezó tocando las yemas de los dedos entre sí: una flama verde la cubrió para transformarse en un ser humano, un muchacho de piel blanca, ojos verdes, labios rosas y cabello castaño. Tizne la vio asombrada bajando rápidamente de la cabra.
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La fama del dolor
FantasíaEl dolor ha encarnado en un monstruo, y quiere ser famosa. Una chica de catorce años es salvada, irónicamente, por el dolor encarnado. Por mandato de Metatrón (arcángel) debe ir a buscar a Doloris para detener sus planes caóticos al rededor del mund...