Capítulo 25: Cuando el último humano no sienta dolor...

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—Tizne... viví una de las etapas más duras de la historia humana —lloró más—, nunca conocí a mis padres y fui esclava desde chica..., solo comía pan duro y dormía sin cobijo, y con mis superiores...

          —Shh —se apegó más—, entiendo.

          —¿Cómo lo hacen?, ¿cómo hacen los humanos para continuar...? No lo soporte más y... Astarot apareció frente a mí. El trato fue tentador: no debía esperar el alivio en la muerte si aceptaba ser un demonio, presentarme así ante la humanidad aprovechando mi encarnación, y provocar calamidades en la tierra... Tomé su mano..., dormí por décadas..., y desperté en la playa así.... Conservé mi puesto y mi poder, pero no supe en qué pertenecía —soltó más lagrimas—. Sólo quería ayudar a las personas, pero al parecer todos, incluso yo, aborrecemos el dolor ¿... no es así?

            —¿...Dices que ofreces la voluntad?

            —Tonterías —se levantó—, esta es la forma que debo tener como la reencarnación del dolor, Véhuiah apenas se puede mantener, la voluntad es poca... y es mi culpa..., pero tampoco la humanidad se deja ayudar —miró molesta el vitral, pero siendo representadas ahí las formas humanas continuó—. En cierta forma sí quise llamar la atención, eso siempre fue cierto, quise llegar a todos por medio de la admiración o el horror con la esperanza de que crean en mí y en mi trabajo..., pero es lo malo de ser un ángel dual, no sabes equilibrarlo, ahora soy un demonio dual y todo es más confuso... No me reconozco.

              —... Señora —quiso aprovechar entre lágrimas—, ¿qué será de usted en el fin del mundo, cuando el último ser humano fallezca?

              —... Hay una profecía al respecto —la vio posando su palma en su cabello elevando la mirada nuevamente—: Muerte y yo iremos en su búsqueda, estaremos presentes en el desarrollo de su debilidad mientras este luchando para continuar su vida diaria hasta que ya no pueda andar más. Cuando yo me acerque al humano voy a llorar su sufrimiento, voy a implorar su alivio y alentaré su esperanza (espero que lo reciba) ... Estaré al borde de su lecho esperando a que Muerte se lo llevé, acabando yo con su dolor... Al final nadie lo sabe, tal vez deje de existir.

              Tizne comenzó a llorar. El anciano siempre tuvo razón, sin humanos no hay dolor. Sin dolor, su ama ya no tiene ninguna función como para seguir existiendo. Dolor... (o Véhuiah) frunció el ceño.

              —Vamos niña, nadie me va extrañar, soy el dolor.

              —Pero quiero verla después de la muerte —la tomó del brazo—. ¡Usted es Véjujia, es el ángel de la voluntad, su trabajo debería continuar en la eternidad!

              —¡No habrá nada contra que luchar en el cielo, me iría al infierno, pero no pertenezco a ese lugar tampoco! ... No importa cuánto me lo rueguen los demonios, aunque me ofrezcan un poder mayor sobre el sufrimiento nunca iré allí.

              Tizne recordó esa mención del último demonio: si ella aceptaba ese poder podría no sólo hacerla vivir por la eternidad, sino que tendría un poder mayor.

             —No lo soportaría —continuó—. Tanto sufrimiento y llanto; no importa cuál sea mi apariencia, no me gusta ver sufrir a nadie. Prefiero no existir.

             —Señora —susurró con el alivio de que no quisiera aceptar ese trato, pero aún le hacía falta encontrar la forma de volverla a ver.

             —Tizne —entendió su inquietud y volvió a poner su palma... guardó silencio un momento y suspiró negando con la cabeza—..., entre los ángeles del Cábala corre un rumor: es probable que nuestras formas físicas se desvanezcan, pero podrían formar parte de un todo... Eso es muy probable que pase, hablo en serio, y créeme cuando te digo que me voy a desprender sólo para ir a verte, o quien sabe, tal vez conserve mi forma física, esa es otra posibilidad que por mí sería genial.

           —Pero... usted es un demonio.

           —El demonio del dolor más que el de la voluntad —subrayó viendo la palma de su mano—. Al curarte con una potencia milagrosa, ese día abrí una brecha amplia entre el más allá y la tierra... Los demonios me buscarán porque no cumplo con mi trato, los ángeles lo harán igual y no nos dejarán en paz... Tendremos que redoblar el incienso, hasta creo que tendrás que perfumarte en él porque al parecer te buscan también. Soportaré la llegada de los ángeles, pero la de los demonios no... Ven, niña —la tomó de la cabeza—, vamos a ponerle hielo a esas muñecas.

         —Señora..., si sigue siendo un demonio y no va al infierno ¿desaparecerá?

         —...Hablamos luego,niña, no seas necia.

La fama del dolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora