"Vamos a la rueda de la fortuna." Agarrando la mano de Riker.
Trate de avanzar pero él se mantuvo rígido, quedando congelado en su lugar. Su mirada inclinándose hacia arriba a la parte superior del juego. Los niños pequeños saludando felices a sus padres que miraban desde abajo.
"¿Qué pasa?", Le pregunté.
"¿Estás segura de que no quieres ir a alguna otra cosa?" Él miró alrededor.
Se movió girando sobre sus pies, su mirada fija en mí. Una mirada pasó por sus ojos que yo no había visto antes. Le sonreí mientras él me siguió mirando.
"¿Tienes miedo a las alturas, Riker?" Le pregunte.
Tenía la mandíbula apretada.
"No, yo no tengo miedo.", Protestó. " Solo no estoy cómodo con estar tan lejos del piso." Gruñó él, haciendo un gesto a la altura de la rueda.
Yo no podía dejar de reír. Pero pronto quede en silencio mientras miraba al chico hermoso parando frente a mí.
"Bo.". Riker advirtió.
"Está bien, voy a ir sola."
Empecé a caminar, yendo a la cola antes de oír a Riker dejar escapar un exasperado bufido. Me asomé a él, su mandíbula seguía apretada.
"No." Él respondió apresuradamente. Lo vi soltar un suspiro y cerró los ojos. "No vas a ir sola."
A veces, su natural instinto sobre-protector era muy útil. Él me observó atentamente en cuanto agarré su hombro, parándome de puntillas.
"No te preocupes. Voy a tomar tu mano, si quieres. "
"Ugh, deja de molestarme.", Se quejó mientras me reía.
***
"El peor juego de la vida." Riker gruñó.
"Podrías haberlo disfrutado si no hubieras pasado todo el tiempo con los ojos cerrados. La vista era increíble. "Sonreí.
Me negué a escuchar sus quejas, algo atrapando mi vista detrás de donde estaba Riker.
"Vamos." Le agarre la mano.
Nos detuvimos bruscamente en un puesto de diversiones.
"Esa tortuga es mía." Enfoque la mirada en el juguete de peluche.
Riker se reía mientras le entregaba un par de monedas a la operadora.
"Me encantara ver esto.", Bromeó.
