40. Parte 2

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"¿Lo encontraste?" Me preguntó tranquilamente.

Traté de aparentar calma, a pesar de la ansiedad que estaba desesperadamente luchando por controlar. Era sorprendente cómo Riker podía transformar en una cuestión de segundos. Riker es generalmente reconfortante, de cuerpo grande, ahora se sentía intimidante, al igual cuando nos conocimos.

“¿Encontrar qué?" Le pregunté débilmente.

"Lo que sea que estabas buscando."

"Yo no estaba buscando nada." Susurré.

Mi respiración comenzó a entrecortarse ya que mi rubio luchador dio un paso increíblemente cerca. Ligeramente le dio un codazo a mi cabeza moviéndola hacia un lado, con sus los labios rozando hizo a la piel de mi cuello hormiguear. Mis ojos fuertemente cerrados mientras luchaban por contener las lágrimas.

"Tú y yo sabemos que no es verdad".

Su tono fue controlado, pero el sentido de la autoridad detrás de las palabras ronca era evidentemente claro. Temiendo tropezar con algo, mi cuerpo se movía en reversa alejándome de él. Miré a mi alrededor cuando la parte trasera de mis piernas tropezó con el marco de madera de la cama. Cuando mi visión dio con Riker, su ceñida mirada estaba sobre mí.

"Cuéntame".

Yo negué con la cabeza nerviosamente.

"Yo no estaba buscando nada".

"No me mientas!" Él ladró.

El aumento repentino en el volumen de la voz de Riker me hizo saltar, su voz áspera rebotando en las paredes. La vena gruesa en su cuello sobresalía, un signo evidente de su disgusto. Además de la mirada dura de la cual estaba siendo cautiva. Me arrastré hacia un lado, tratando de maniobrar alrededor de su cuerpo. Mi corazón latía con fuerza cuando su mano grande agarró la manija de la puerta antes de que pudiera llegar a él. Fue entonces cuando me di cuenta de que no podía hacerme daño. El gesto más extremo que Riker podía promulgar era gritarme y ya lo había hecho. Empujé mi pelo hacia atrás sobre mis hombros y me erguí.

"Deja que me vaya." Di instrucciones con calma, encontrándome con el miel intenso.

"No hasta que me digas lo que estabas buscando."

Su ceño cambio sutilmente transformandose en sorpresa, mi cuerpo casi presionando su parte delantera valientemente, manteniendome firme. No tenía miedo de él.

"¿Qué le dijiste a Dan?"

Era su turno de mirar un poco incómodo. Su tacto se alejó de la manija, casi como si ahora él realmente quisiera que me fuera. Riker estaba eludiendo la pregunta.

"Riker". Pedí yo.

Él permaneció en silencio, sin saber donde mirar.

"Es cierto, entonces."

Mis palabras eran apenas audibles, lo que confirmaba mi beneficio en lugar del de Riker. Una parte de mí esperaba que lo que me dijo Dan fuera falso, un intento tonto de causar problemas. Pero en el momento de estar ante Riker, sabía que era verdad. Me dolía la pregunta inevitable que haría.

"¿Tienes un arma?"

Las palabras parecieron quedarse entre nosotros. Me di cuenta de que Riker no estaba acostumbrado a ser enfrentado de esta manera, sobre todo por una mujer. Si se tratara de un tipo que estaba teniendo esta conversación con él, lo habría tenido en el piso en cuestión de segundos. pero necesitaba saber, así que seguí adelante.

"Amenazaste con disparar a Dan."

La declaración acusando a Riker trajo su atención hacia mí. Le brillaban los ojos, desesperado. Labios carnosos y rosados se abrieron para hablar, pero se quedo sin palabras. Riker no tenía idea de cómo manejar la situación. Mis manos comenzaron a temblar, la idea de lo que un arma puede hacer a una persona y el efecto que tendría si la persona apretara el gatillo.

Me mordí el labio, alejando el miedo, asco, tristeza. Las emociones que se arremolinaban en mi cuerpo eran abrumadoras. Riker era peligroso. Sin rumbo me acerqué a los cajones que había desordenado. Riker todavía estaba junto a la puerta, con la cabeza baja, sin saber qué hacer.

"Siento lo de tu ropa... y-yo ordenare todo antes de irme." hablé en voz baja, con la voz ligeramente temblorosa.

Empecé a recoger las camisetas del suelo, doblándolas y colocándolas de nuevo en los cajones de madera. La última fue puesta en su lugar, respiré hondo para tranquilizarme antes de darme la vuelta.

Riker parecía haber comprendido lo que realmente estaba sucediendo. Se movió hacia hacia mí, llegando hacia mi sin pensarlo dos veces y redujo su toque. Parecía un niño pequeño, asustado y desesperado por no estar solo en la oscuridad.

"Por favor no te vayas."

La vulnerabilidad de su voz me hizo querer tomarlo entre mis brazos y abrazarlo. Pero no lo hice.

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