52. Parte 2

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  Dan había insistido en esperar conmigo hasta que llegara el momento de irme a casa. Hablamos fuera de la tienda durante unos 10 minutos antes de que el familiar vehículo negro se detuviera en el aparcamiento, estacionándose en uno de los lugares marcados.

"Riker está aquí." Le informe a Dan.

"Oh, ok. Bueno, nos vemos pronto, Bo." Dan sonrió, ligeramente encorvado para envolverme en un abrazo amistoso.

Mis ojos se abrieron alarmados al oír un golpe de puerta, mire por encima del hombro para descubrir a Riker yendo hacia nosotros con una determinación estruendosa.

"Que tengas un buen fin de semana." Le respondí, apurando nuestro adiós.

Afortunadamente Dan había pasado la esquina antes de que el hombre enojado se diera a conocer con él. Mi novio había caminado derecho y sus dedos apenas sostenían el material que cubria su brazo derecho.

"¿Por qué hizo eso?" Riker advirtió mientras que finalmente se dirigía a mí. "El sabia que yo estaba aquí, ¿Por qué hizo eso?"

Su cuestionamiento retórico se quedo sin respuesta por mi suplica desesperada para que se detuviese. Empuje sus hombros en un intento de que se moviera por el camino que acababa de llegar. A veces la fuerza de Riker era un dolor en el culo, la mía no era rival para él.

"Riker, por favor, solo metete en el carro."

Se pudo observar la repugnancia de Riker, su terquedad se sentía mientras prácticamente arrastraba su peso resistente a la seguridad del vehículo. Se soltó de mi agarre entrando en el coche de mal humor.

"Ahora son amigos de nuevo?"

Me subí al coche, descansando en mi asiento y dirigiéndome a él. El signo revelador de agravación se mostraba claramente en el ceño de sus cejas, el pliegue entre medio cada vez más prominente. Todo lo que quería hacer era poner besos en ella y hacerla desaparecer.

"Si, hemos hablado hoy."

"El no intento nada, ¿verdad?" Riker se estremeció.

"No." Negué con la cabeza. "Y yo puedo ser amiga de quien quiera."
Contesté cortante, harta de la discusión constante.

Los ojos de Riker se apretaron cerrados en señal de frustración, con las manos agarrando fuertemente el volante, sus nudillos palidecieron.

"No estoy diciendo que no puedes, obviamente, no voy a prohibirte que hagas nada, eso es una locura." El respondió. "Pero vamos, Bo. Es un maldito idiota."

Su agresividad no estaba dirigida hacia mí, era Dan. Riker no me asustaba. Sabía cómo manejar sus rabietas.

"Riker!"

"Lo es!"

Nuestros gritos atrajeron transeúntes que salían de las tiendas cercanas y se dirigían a sus carros. No necesitaban saber nuestro asunto.

"Tienes que calmarte ahora, o no voy a ningún lado contigo." Lo regañé.

Una amalgama de dolor e ira consumía las características de Riker, gruñendo con fastidio mientras se volteaba. La puerta del conductor se abrió de golpe, con los pies tocando el asfalto. El coche se estremeció con el golpe brusco y me quedé en silencio. Observé cuidadosamente la parte de atrás de él a través de la ventana. Su espalda se apoyaba en la puerta mientras él se inclinó un poco, las manos sobre sus rodillas. El torso de Riker inhaló profundamente el aire a su alrededor. La lucha por el equilibrio que desesperadamente apretó en su interior.

Yo estaba lista para saltar fuera del vehículo cuando Riker de repente se apartó del carro, asustada de que pudiera seguir a Dan.
Pero no necesité preocuparte porque desvió su curso en la dirección opuesta, a grandes zancadas hacia la pared. Los pensamientos de duda fueron empujados a la parte trasera de mi mente, bajando del coche y siguiendo a Riker. Cuando lo alcancé, su peso fue apoyado en la pared baja y las palmas de sus manos en la parte superior del ladrillo. Su cuerpo una vez más se inclinó ligeramente con la cabeza colgando hacia abajo.

Mi esfuerzo fue rápidamente recompensado, lo que permitió que me sentara al lado de Riker en la pared. Lo dejé por unos minutos, permitiendo que su respiración se estabilizara antes de levantar mi mano y peinar con mis dedos su cabello.

"¿Estás bien?" Le pregunté con un poco de cautela.

"Estoy bien." Se quejó.

Visiblemente, parecía más relajado, ligeramente inclinado hacia mi toque. Me sorprendió como un simple gesto podía proporcionar tal comodidad. Un estado de tranquilidad dándose a conocer y la liberación de la tensión en sus músculos.

"Eso es bueno."

Se puso de pie en toda su estatura, mi mano cayó contra su pecho. Un ceño se celebró, pero esta vez no fue acompañado con labios fruncidos. En su lugar, eran suaves pucheros tratando de encontrar las palabras adecuadas.

"No era mi intención..."

"Me alegro de que te hayas calmado." Interrumpí su sentencia vacilante.

La culpa era todo lo que tenía para ofrecer, remordimiento por alzar la voz, por alterarse. Pero me gustó más que él se moviera lejos en vez de quedarse y dejar que su ira hirviera. A veces lo que tú necesitas es alejarte de una situación y al parecer estaba aprendiendo a hacer precisamente eso.

"Está bien."

Presioné un beso en su mejilla, un gesto para mostrar que todo estaba bien.

"Tenemos que ir a una fiesta, ¿no?"

Él se rió suavemente, los hoyuelos que amaba hicieron su aparición de bienvenida. Riker hizo gala de su habilidad de boxeo deportivo, esquivando a medida que yo fallaba en hurgar en sus características adorables. No es que yo fuera algún tipo de reto para su entrenamiento, el siempre sería demasiado rápido para mí.

"Deberíamos irnos." El sonrió, haciendo un giro drástico en su estado de ánimo.  


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