31. Parte 1

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Mi puño golpeó la puerta negra delante de mí. Sólo tuve que esperar una cuestión de segundos antes de que un alto, muchacho de pelo rubio apareciera. Vestía aún su ropa de entrenamiento, descalzo mientras estaba parado frente a mí.


"Hola hermosa." Riker sonrió hacia mí.


"Hola." Yo tímidamente sonreí.


Mi mano fue tomada con fuerza entre las suyas, jalándome por el pasillo de su apartamento antes de cerrar la puerta detrás de mí.


"Sabes, yo podría haber ido a recogerte." Habló mientras removía el bolsón de mi hombro.


"Está bien".


Yo estaba trabajando lentamente en la necesidad posesiva de Riker de siempre querer protegerme. Él había permitido a regañadientes que caminara sola a su casa desde mi trabajo después de nuestra conversación por teléfono. Pero eso fue sólo después de unos diez minutos de estar tratando de convencerme de lo contrario.


"Pero gracias por la oferta, igual." Sonreí.


Quería hacerle saber que su atención sobre mí era apreciada. Riker me hacía sentir segura. Yo sabía que su naturaleza defensiva hacia las mujeres había florecido desde su infancia. Él había crecido demasiado rápido, asumiendo el rol del hombre de la casa. El protector.

Mis pensamientos fueron abruptamente cortados cuando suaves labios aterrizaron sobre los míos. El beso fue dulce, duro un par de segundos antes de que él se apartara, frotando su nariz contra la mía. Mis manos se colocaron sobre su pecho, sintiendo su fuerte torso a través de la camiseta blanca que llevaba. Las vibraciones se podían sentir mientras Riker tarareaba en aprecio a mis caricias, mis dedos lentamente bajando. Agarre el material color azul marino de su cadera, tirando ligeramente.


"Me encantan estos shorts." Admití sonriéndole.


"¿Oh, sí?", se preguntó, enarcando las cejas.


Su tono era tentador, sus dedos largos removiendo mechones de pelo de mi cara.


"Mmhm. Tienes un buen par de piernas, Riker."


Me incliné hacia arriba dándole un beso en la mejilla mientras reía. Cuando me retiré, mi ojo derecho cayó en un guiño. Mi cuerpo se volcó, dirigiéndome al final del pasillo, pero Riker rápidamente agarró mi mano.


"¿Acabas de guiñarme el ojo?", Preguntó más que todo divertido.


Me encogí de hombros tratando de evitar la propagación de sonrisa en mis labios.


"Estás usando mis movimientos en mi contra." Riker en voz grave.


"¿Quién dijo que eran tus movimientos?" Respondí con descaro.


Su risa ronca resonó de nuevo mientras mi mano fue llevada a su boca. Sus labios rosados dejando un beso en la parte posterior.


"Eres increíble." Él susurró contra mi piel.


Di un suspiro cuando Riker me jaló hacia su cuerpo cálido, mis brazos alrededor de su cintura sosteniéndolo cerca. Inclinó la cabeza, sus dientes mordisqueando la piel en el hueco de mi cuello mientras juguetonamente gruñía. Las acciones íntimas casi me hicieron olvidar la pelea inminente. Casi.

Dos días. Dos días hasta que Riker entre en el ring. Me importa un bledo quién gane, siempre y cuando logre salir con vida. Yo había llegado a entender rápidamente que Riker poseía terquedad por naturaleza. Se había negado a hablar conmigo sobre el combate de boxeo en cuanto yo desesperadamente trataba de persuadirlo para cancelarlo. Mi último intento le había causado levantar la voz, mi cuerpo acurrucándose contra la pared. Yo no quería enojar a Riker, los dos sabíamos que las marcas en mi brazo todavía no desaparecían.

Es como si pudiera leer mi mente, cuando él gentilmente tomó mi muñeca. Mi respiración se enganchó en mi garganta mientras lo miraba fijamente levantar mi antebrazo. La piel oscura impresa con los dedos de Riker y la fuerza con la que me había sostenido días antes. Odiaba el recordatorio físico de cómo perdió los estribos, sin saber que me estaba causando daño. Riker era mucho más fuerte. Eso me asustaba. Su nerviosismo era evidente, tragando saliva antes de poner besos sobre los moretones. Todo el rato con su mirada clavada en mí.


"Tengo un par de cosas que resolver. No va a tardar mucho tiempo."


Me apretó la mano y me ofreció una pequeña sonrisa. Me decepcione que no alcanzó a mostrar sus lindos hoyuelos.


"Okey." Asentí.


Bese su mejilla antes de que se alejara hacia la sala de estar. Mis pies siguiéndolo mientras lo observaba sentarse, poniendo su portátil en la mesa de centro y cruzando los tobillos delante de él. Me apoyé en el marco de la puerta, mirando con curiosidad mientras él escribía. Los ojos brillantes de Riker juguetonamente mirándome antes de que le hiciera un gesto que lo dejaría.

Dark.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora