Alfa

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Siempre viví en E.U. aún así mi madre me inculcó la cultura de Japón, el hogar donde nació, creció y conoció a mi padre.

Vivimos en un mundo lleno de héroes, poderosos y mágicos, al menos así los veía mientras era un niño.

Mi padre era el más importante heroe de Japón, realmente impresionante y poderoso, aún así solo podía admirarlo a lo lejos. Sus hazañas las veía por televisión y aguardaba con emoción a que pasaran dos meses para que viniera y me las contará en persona.

Pero poco a poco dos meses se convirtieron en seis o incluso más. Se que me amaba, y a mi madre, pero siempre lo heche de menos. Y ese anhelo se convirtió en una fijación y admiración por los héroes en general, pero mi respeto y amor más grandes eran por mi padre.

Siempre supe que era Omega, mi cuerpo y mis rasgos eran más que evidentes, no tenía musculatura y deje de crecer desde los once años, pero mi figura si cambio, digamos que era llamativo para los Alfas, mi cadera y tracero se formaron grandes y llamativos, ademas mis facciones no eran exactamente masculinas, como dice mi mejor amigo.

No fue una sorpresa que a los trece se presentará mi primer celo, lo que no esperaba era que lejos de atraer a los Alfas de mi escuela, en cuanto mis feromonas se liberaron todos cayeron desmayados, tanto Alfas como Omegas... Solo los maestros Betas pudieron hacer algo y ayudarme.

Dominante... No entendía bien a qué se referían, me lo explicaron a detalle y entendí el porque nunca fui demasiado dócil como debería ser un Omega. A pesar de ser pequeño y delicado, jamás permití que nadie se metiera conmigo.

Eijiro me decía que se preocupaba por mi y quería mantenerme a salvó de quienes, según él, me miraban con intenciones nada inocentes o simplemente querían aprovecharse de alguien pequeño. Lo hizo, cuido de mi desde la escuela primaria, era fuerte y decía que sería mi escudo, dado que yo no tenía forma de defenderme de los demás. Lo amé por eso.

Aún así, si el peleaba yo también, no solo me defendía a mi mismo, también a él. Quizá no era fuerte, pero descubrí que tenía cierto control sobre los demás, sutil, pero lograba que hicieran lo que yo quería.

Cuando ví la palabra "dominante" en mi examen de género secundario, confirmando lo que todos suponian, entendí a lo que se referían. Ya lo sentía en mi, solo que ahora tenía un nombre.

Pensé que al menos tendría eso para protegerme, ya que nací sin un kirk. No había nada de poder en mi, no había magia, como yo mismo le decía a los poderes... Al menos no era completamente inútil.

Pertenezco a una clase extraña, Omegas que rara vez aparecen, solo hay un puñado en cada país, al igual que los Alfas Dominantes, se podría decir que somos la clase más poderosa dentro de las castas.

Pero a diferencia de todos los demás, al no tener un kirk seguía siendo alguien de menor valor dentro de los pocos que somos.

Y claro que todos me lo trataban de dejar en claro, incluso dentro de los más poderosos siempre hay algunos que son inferiores, y yo estaba ahí.

Eijiro siempre estuvo a mi lado, protegiéndome y tendiendome la mano.

Mis padres me apoyaban, me entendían y trataban de hacerme sentir lo mejor que podían. En realidad me ayudaron...

Cuando cumplí 15 años, se desato una enorme batalla en Japón. Y por primera vez entendí a lo que se refería mi padre al decir que quería mantenernos a salvó... Familias enteras desaparecidas, padres, madres e hijos siendo rehenes de villanos sin honor ni alma...

Mi padre volvió gravemente herido, sus amigos y aliados se encargaron de salvarlo. En verdad fue frustrante y agonizante tener que esperar semanas para saber si seguiría con nosotros.

DOMINANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora