Héroe

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La maldita alarma de las 7:00 am comenzó a sonar sin detenerse por tres minutos. Se dió la vuelta en la diminuta cama y cubrió sus oídos con ambas manos, si la seguía escuchando más tiempo le importarían muy poco las descargas que sabia le darían las pulseras en sus muñecas y le lanzaria un bloque de hielo para hacer pedazos la bocina en la esquina del cuarto.

La luz se encendió y abrió los ojos poco a poco, acostumbrándose a la luz blanca y potente. Dió un bufido de fastidio y se sentó en la orilla, tallando sus ojos y estirándose un poco, era una tortura dormir en ese espacio. Escuchó a un guardia decirle que tenía quince minutos y continuar su camino.

Según le dijo Burnin no lo trataron como a los demás que mantenían encerrados... No podía imaginar cómo estarían ellos entonces. La habitación era espaciosa y tenía su propio baño, pero no dejaba de ser una celda pequeña y fría.

Se ducho rápidamente y se vistió con las pocas prendas que le habían dado, al menos agradecía que fuera su propia ropa y no un uniforme de reo. Suspiro y espero los pocos segundos que faltaban para que la puerta se abriera y el guardia lo escoltara al comedor que en realidad era un salón de interrogatorios dónde le daban un tiempo para comer y en ocasiones charlar con su padre, que en realidad era solo mirarse serios y comer casi atragantandose para salir rápidamente de ahi... Maldito castigo infernal... Preferiría mil veces comer en su celda o con algún otro prisionero peligroso y de preferencia violento antes de comer un día más con su padre.

Afortunadamente al parecer estaba ocupado y no podría verlo, al fin una buena noticia.

El día anterior había recibido al visita de Yagi. Le dijo que tomaría la investigación en sus manos y que aclararía todo. Lo trato como a un sospechoso, con seriedad e incluso podría decir que frialdad. No lo quiso tomar a mal, Yagi es un profesional, el mejor de todos, jamás tendría favoritismos, sobre todo tratándose de un caso dónde trata de atrapar a quien atacó a su hijo.

Le informo lo que haría, y como actuarían, además le dijo que las pruebas de fluidos habían sido positivas, eran suyas... Lo escuchó decir su versión, no dijo nada, estuvo atento a él y en cuanto termino se fue...

Termino su comida y regreso a su habitación, agradecía las comodidades como la televisión y el agua caliente, aunque preferiría una cama decente a eso. Habia pasado los días buscando en los noticieros, esperando ver su rostro en algúna nota amarillista, diciendo que había cometido un crimen espantoso y ahora estaba arrestado. Le sorprendió que aún no hubieran hecho un escándalo y también se sintió un poco aliviado.

Cero los ojos recargandose en la pared y se descubrió extrañando la tediosa rutina de todos los días, sus patrullajes, el papeleo, las pláticas con sus compañeros...

Las llamadas y encuentros ocasionales con Izuku... Sus hermosos ojos y encantadora sonrisa, su forma tan dulce de ser... Esos sensuales labios rojos y rellenos... Su delicioso aroma...

— Shoto te esperan en la sala de interrogación en cinco minutos — escuchó la voz del guardia y abrió los ojos de golpe, sobresaltado.

Maldita sea, el único momento de paz que llegaba a tener era en su mente y ahora parecía que nisiquiera eso tendría.

Se levantó con pesadez, ya había hablado con Yagi, el detective Tsukauchi, su padre, incluso Nezu y Aisawa. Hasta donde sabía todo se mantendría entre las menos personas posibles.

Llegaron a la sala y se sentó en la silla que comenzaba a parecerle familiar, recargo los codos y hundió la cara entre sus manos. Al parecer debería repetir de nuevo lo que le había dicho a todos más de una vez. La puerta se abrió y se tallo la cara con ambas manos, listo para comenzar de nuevo.

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