Epílogo: Cachorros

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Su cuerpo ardía... en verdad ardía de pies a cabeza, pero no era un fuego abrazador ni calcinate, era ardiente de una manera... necesitada.

Cada poro de su piel se habia abierto y sentía que el calor de su interior brotaba cómo vapor haciendo su mente colapsar, cayendo en un sopor extraño y sofocante...

...

No recordaba como había llegado a su habitación ni cuanto tiempo llevaba en ella, solo tenía destellos de los ojos verdes y preocupados de su madre hablándole con dulzura y poniendo algo a su lado. No recordaba sus palabras pero en cuanto rozó el objeto con los dedos supo que era lo que necesitaba...

Sus gemidos y jadeos llenaban la habitación y rebotaban en las paredes haciéndolo sentir perdido y algo confundido. Sin embargo supo qué hacer con el duro objeto encontrando un poco de alivio a su dolor.

Pero por desgracia no era suficiente y sus gemidos se convirtieron en gimoteos de necesidad... necesidad que entendió rápidamente y con un suspiro su imaginación lo ayudo a satisfacerla, llenando su mente de imágenes y recuerdos de un par de ojos que lo miraban con intensidad y cariño, los cuales deseaba con el alma tener a su lado en ese momento...

 necesidad que entendió rápidamente y con un suspiro su imaginación lo ayudo a satisfacerla, llenando su mente de imágenes y recuerdos de un par de ojos que lo miraban con intensidad y cariño, los cuales deseaba con el alma tener a su lado en ese ...

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Despertó de lo que sintio como un largo sueño, estirando los brazos y bostezando escandalosamente.

Se giró abrazando la almohada a su lado y se acomodó sobre ella para seguir durmiendo, sin embargo el gruñido y dolor en su estómago lo hicieron levantarse con pereza. Caminó tambaleante hacia el baño de su habitación y se detuvo frente al espejo aún adormilado. Se miró tallando sus ojos y se sorprendió al darse cuenta que estaba completamente desnudo.

Parpadeó tratando de recordar lo que había sucedido, cuando algunos destellos llegaron a su mente ayudándolo a entender.

Volteó mirándo su alcoba que estaba hecha un desastre, su cama ya no tenía ninguna sábana y en el centro junto a su almohada favorita descansaba un dildo grande y aún reluciente de fluidos. Jadeó sonoramente sintiendo que el rostro le ardía con furia y ahogo el grito de sorpresa que peleaba por brotar de su garganta tapando su boca con fuerza. Pero no sirvió de nada cuando descubrió que en el suelo junto a la cama estaba otro dildo del mismo tamaño, pero esté se veía muy diferente ya que tenía claras marcas de dientes y le hacía falta un trozo a un costado... Y el grito que había ahogado salió con toda la fuerza que poseian sus pulmones...

...

— Supongo que ya está mejor — dijo Katsuki bajando la taza de café que bebía, mirando hacia las escaleras y haciendo el ademan de levantarse.

— Sí, eso parece — contestó Izuku haciendo lo mismo y puso una mano en el hombro del cenizo, deteniendolo — Yo iré, creo que se sentirá más cómodo — dijo con una sonrisa dejando un beso en los labios del Alfa y caminando hacia las escaleras rápidamente.

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