Mazmorra

1.3K 125 56
                                    

Izuku sentía el roce de los largos dedos y el aliento que brotaba con jadeos de la boca del bicolor en su piel. Sintió asco y se retorcio tratando de evitarlas, comenzaba a tener náuseas por el aroma del Alfa que lo envolvía con feromonas claramente cargadas de deseo y lujuria.

— Eres tan hermoso — susurro el bicolor con el rostro recargado en sus muslos internos, aspirando profundo su aroma y se levantó buscando la mirada del peliverde, pero Izuku tenía los ojos cerrados y la cara hacia un lado con un gesto de dolor y líneas de lágrimas brotando de sus ojos.

Se incorporó acercándose a su rostro, limpiando las lágrimas y dando suaves besos a sus mejillas, tomándolo entre sus brazos buscando el calor de ese cuerpo suave y pequeño que olía como el paraíso. Izuku se sobresaltó al sentir la cercanía y abrió los ojos, mirando al bicolor a centímetros de su rostro que lo contemplaba con ternura y algo parecido al amor, pero que a él le hacian sentir miedo y repulsión.

— Tranquilo amor, te haré sentir muy bien - murmuró contra sus labios gruesos que temblaban aguantando los sollozos — eres tan suave — susurro en su oído mientras su mano recorría el abdomen suave y duro, bajando a su vientre.

Izuku trato de evitar que lo siguiera tocando pero aún sentía las manos sin fuerza, las descargas había sido fuertes y en verdad lo habían dejado débil. Solo pudo poner sus palmas contra el pecho del Alfa que lamía y mordizqueaba su oreja.

La mano del bicolor siguió bajando y acarició el suave miembro del peliverde, frotándolo con delicadeza, tratando de estimularlo, pero solo escucho un quejido de molestia y una presión en su pecho por las pequeñas manos que trataban de alejarlo. Eso no lo detuvo, sabía que debía ser paciente con su pequeño y rebelde Omega.

— Odio este collar — dijo cuando intento lamer su cuello y el grueso accesorio lo detuvo — pero está bien, me hace feliz saber que te cuidaste todo este tiempo y ahora solo yo podré tomar el privilegio que nadie más tendrá — murmuró a su oído.

Izuku sentía la respiración agitada del Alfa en su oreja y las caricias en su entrepierna, lo que le provocaba malestar en el estómago. Las lágrimas seguían brotando a mares y los sollozos no lograban ser tan fuertes como lo deseaba, quería gritar y gruñir para que lo dejara en paz, que se alejara de él y no volviera a acercarse jamás. Su cuerpo se agitaba y su corazón brincaba con locura, estaba desesperado, no quería que lo tocará, no podía permitir que alguien más que su Alfa lo acariciara, pero no lograba evitarlo, el bicolor era demasiado fuerte y su cuerpo seguía débil.

"Dabi" siguió bajando su mano y acarició la rosada entrada que había admirado antes. Izuku dió un grito de miedo intentando cerrar sus piernas pero el bicolor de inmediato se acomodo entre ellas, evitandolo. Se hundió en el cuello del peliverde aspirando su esencia, restregandose a su pequeño cuerpo. La suavidad y el aroma lo volvían loco, sentía la piel cálida de terciopelo temblar con su roce, cada centímetro, cada curva parecía estar hecha para encajar en sus manos.

Sintió el calor invadirlo de pies a cabeza, comenzaba a perderse en el deseo que le provocaba y aunque quería darle tiempo, ya no podía esperar, lo tenía ahí, entre sus manos listo para tomarlo. Amaba sentirlo y el ansia por enterrarse hasta lo mas profundo de su cuerpo lo estaba devorando, necesitaba hacerlo suyo por completo, poseerlo una y otra vez hasta saciarse, hacerlo gritar y llenarlo de su semilla hasta estar seguro de que tendrían un lindo cachorro.

El calor lo hizo moverse sin pensarlo y hundió un par de dedos en la entrada del peliverde. Izuku soltó un grito de dolor y comenzó a temblar de pies cabeza. Eso llamo su atención y se dió cuenta, el Omega no lo estaba aceptando, no lubricaba y sentía presión empujando sus dedos hacia afuera, repeliendolo.

DOMINANTEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora