Hermanos

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Izuku despertó lentamente parpadeando, sentía la presión del abrazo en su cintura y la respiración calmada de Katsuki mover levemente su cabello. Suspiro al escuchar el sonido calmado del corazón del Alfa. Aún continuaba sobre el pecho ancho y fuerte, abrazado al abdomen marcado.

Sintió su cuerpo ligero, como si hubiera descansado una semana entera, pensó que sería lo contrario, había escuchado que cuando los lazos se formaban era agotador, la mente y el alma se unían y en ocasiones hacían falta uno o dos días para reponerse.

Sin embargo se sentía lleno de energía, fuerte, nada le dolía o molestaba. Sonrió pensando en lo increíble que había sido. Katsuki no solo había sido suave y gentil al principio cuando estaba aún asustado, también lo había hecho tocar el cielo en cuanto se sintio más cómodo.

Sintió su cuerpo vibrar con el recuerdo y se estremeció levemente al ser conciente de la posición y la situación en la que estaban. Se sonrojo y con cuidado se soltó del abrazo, lento, sin despertar al Alfa que dormía profundamente.

Se sentó a un costado, admirando con la luz de la lámpara que seguía encendida el cuerpo desnudo de Katsuki. Era tan hermoso, su rostro era perfecto, el torso fuerte y marcado parecía un sueño hecho realidad para cualquiera, pero solo él tenía el privilegio de decir que era suyo.

Bajó la mirada aún con algo de pudor y se permitió disfrutar la vista de la cadera bronceada y carente de vello. Soltó un suspiro al observar la hermosa verga, aún tranquila se veía enorme, del mismo color levemente bronceado y con la cabeza un poco más clara, con venas resaltando al rededor, prometiendo que al estar duro sería imponente.

Sonrio de lado y deslizó los dedos por el torso, remarcando cada músculo que sobresalia, era tan duro y suave al tacto. Sintio su vientre cosquillear y su entrada pulsar, humedeciendose. Se relamio los labios y con cuidado tomo el enorme miembro en sus manos, apenas lo toco este reaccionó endureciendose levemente. Eso lo hizo sonreír y siguió acariciandolo, era tan suave y liso. Las caricias provocaron una erección dura y firme, Izuku se sintio casi halagado y sin borrar la sonrisa se acercó dejando un beso suave en la punta, sintiendo el aroma del alfa más fuerte en esa zona.

Gimio bajito y separó sus labios pasando la lengua por la cabeza ya rojiza, lamiendola una y otra vez sintiendo como su entrada lubricaba cada vez más. No pudo resistirse y abrió la boca llevándo la verga a su interior, chupando y saboreando el presemen que comenzó a escurrir.

Perdió toda vergüenza que pudo haber sentido antes y tomo la verga con ambas manos, acariciandola de arriba a abajo mientras la succionaba con sus labios, tratando de empujarla lo más que podía, necesitaba devorarla completa, era tan deliciosa.

Se acomodo entre las piernas del Alfa sin dejar de chupar y masajear, quedando pegado a la pelvis del cenizo y levantando su cadera, sintiendo el lubricante escurrir por sus muslos.

Katsuki despertó con un jadeo, se sentía en el cielo, el placer le recorrió la columna como un escalofrío que lo hizo reaccionar.

Jadeo pesado y bajo la mirada buscando la razón, encontrándose con una cabellera verde pegada a su cadera devorando su verga hasta la mitad. La vista lo hizo gemir ronco, era lo más jodidamente caliente que había visto.

Las mejillas pecosas estaban hundidas succionandolo con verdadera maestría, podía ver las lágrimas en ellas escurrir por el esfuerzo mientras las pequeñas manos acariciaban su verga de arriba a abajo con ritmo.

No lo soporto y con un gemido ronco llevo un mano al cabello alborotado. Izuku levantó la vista, clavando sus ojos verdes y mojados en los suyos y fue más de lo que pudo soportar.

— ¡Dios! ¡Mgh! ¡Deku! — gimio alto y tomó el cabello con fuerza comenzando a mover la cadera embistiendo la dulce boquita.

El Omega cerró los ojos, sintiendo como la verga llegaba hasta su garganta, rozándola, provocandole nauseas y un leve dolor, pero no era nada que no pudiera soportar, al contrario, pasaron rápido, sentía placer con solo tener la dura verga en la boca. Quería gemir pero no podía, en lugar de eso siguió succionando, llorando por la intromisión pero complacido al escuchar los fuertes gemidos del Alfa, eso lo hicieron sentirse poderoso y feliz.

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