PEQUEÑA REALEZA | Kosair Trovi y tu | EN PROCESO

VIII

CAP 8|ESTRÉS

Terminé de acomodarme el vestido dirigiendo mi vista al espejo del baño. 

«Nunca pensé que estaría en esta posición en la vida»

Me miré desde todos los ángulos visualizando el vestido azul, después fui hacia la puerta del baño y la abrí saliendo para que las mujeres me vieran. 

— ¿Quién diablos ha hecho ese vestido? Es horrible — dijo la pelirroja. 

— ¡Laura! — grito la vizcondesa Eliza en tono amenazante — no seas descortés, dilo más sutil. 

Tomando esas reacciones me volví a meter en el baño cambiando de nuevo el vestido.

Mi paciencia empezaba a disminuir con cada cambio de ropa que hacía. Me empezaba a estresar y tenía unas ganas terribles de mandar todo a la mierda, nunca había intentado mantener un aspecto cuidadosamente impecable, de hecho en mi pueblo me conocían como la joven libertinaje por no llevar ni corsé ni reguladores de cadera y veían mi futuro como una solterona muerta de hambre. 

Me puse rápidamente el otro vestido y salí agotada para que me miraran. Las mujeres al verme me miraron horrorizadas. 

— Ese vestido daña tu figura — chilló Laura. 

— Quizás si apretamos más tu corsé — la vizcondesa me miró, parecía analizarse después de ese comentario. 

— ¿Me podéis repetir porque no puedo volver a ponerme el vestido que me regaló su majestad? Todos dijisteis que me quedaba genial. 

— Porque ya ha sido expuesto y no es lo adecuado para esto — habló Navier tranquilamente — Quizás podríamos mandarlo a que le den un arreglo… — dijo volviendo a hablar del vestido que llevaba. 

— No creo que dé tiempo, la celebración es mañana…

Mi desgana y cansancio se podía notar en mi voz, Navier me ojeo de arriba abajo pensando en una solución. 

— Quizás algún vestido mío te sirva, solo unos retoques rápidos y te quedará como un guante. 

— Estoy segura de que la señora Doyle quizás pueda hacerlo, no creo que se niegue después de todo si se lo pide su majestad le hará el favor — contestó la condesa Eliza. 

— Pues vamos ahora — dijo Laura entusiasmada levantándose del sillón. 

— Su majestad, ¿no tenías que organizar unos asuntos?

— Si… — le contestó Navier a Eliza. 

— Podría ir yo únicamente, si me lo va a retocar tendrá que saber mis tallas. 

— Cierto, irás con algún guardia. 

— ¿No puedo acompañarla? — dijo Laura haciendo un puchero. 

— Imposible Laura, tienes clases de literatura — Le contestó Eliza cruzando se de brazos. 

— Pero es un royo.

— Nada de peros — la vizcondesa miró a la emperatriz esperando órdenes. 

— Vayamos a mis aposentos para que te de el vestido. 

— Su majestad no hace falta, que la modista me retoque este mismo. 

— Con todo el respeto el vestido es horrible — soltó Laura. 

Suspiré y asentí volviendo a adentrarme al baño para cambiarme. 

— ¡Alishute le presentó a la señorita Labetti a esa mujer frente a todos, su majestad! — grito entusiasmada Laura.