XXXIV

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CAP 34 | REGRESO A ORIENTE

Moví mis pies con rapidez hasta llegar a la casa de la señora Rossi. 

Mi amigo y yo nos habíamos separado para que yo pudiese agarrar mi equipaje y quedamos en volver a encontrarnos justo en el muro de la casa de esa bruja, espere unos minutos hasta que Damián salió de allí con las manos vacías, al verme ahí parada me sonrío .

— La señora Rossi no tenía nada, dice que solo era una excusa para tenerte cerca ya que estaba preocupada por ti y no os llevabais bien. 

— ...

— ¿No le crees verdad?

— ¿Tu si?

— Bueno, tenia una expresión bastante acertiva con la situación, parecía decir la verdad. Lamento no haber podido conseguir nada.

— No te preocupes quizás no era tan importante después de todo. 

Damián me miró durante unos segundos en silencio antes de volver a entrar en la casa de la señora Rossi ahora muchísimo más decidido que antes. 

Me quedé ahí por unos 3 minutos hasta que escuche la puerta abrirse acompañada de las voces de Damián y Rossi, la voz chillona de esa mujer parecía completamente alegre, asomé la cabeza con cuidado de que no me viesen. Rossi tenía una enorme sonrisa mientras despedía con la mano a mi amigo, el caminaba hacia la salida con la misma caja que me enseñó en el pasado la señora Rossi, cuando escuche la puerta cerrarse salí de mi escondite. Damián volvió a sonreirme al verme. 

— Cierra los ojos — me pidió acercándose a mí, yo hice lo que me pidió. 

Sentí su cuerpo moverse y colocándose a mis espaldas, luego algo frío se situó cerca de mi pecho. Me tense en el momento en el que el roce de las frías manos de Damian rozaban mi nuca, el calor de su cuerpo cerca mía lograba inevitablemente ponerme nerviosa, la cercanía de las personas siempre lo hacía.

— Ya puedes abrir los ojos —  dijo separándose repentinamente.

Mire mi pecho, un colgante se encontraba ahí, era un fino círculo de hierro totalmente insignificante. No había ningún diseño ni nada, era solo un circulo pero por alguna razón me sentía incómoda.

— Esto estaba acompañado de este libro.

— ¿Un libro? —  dije curiosa asomando mi cabeza hacia la caja.

— Si, tu madre conocía tu gusto por la lectura así que supongo que quería darte algo antes de su partida.

— Claro...

Saque el libro de la caja para observar más de cerca era un libro con una dura cubierta desgastada, no tenía ni título ni ninguna ilustración que me indicase de que se trataba, era como un secreto. No sabría de que se trataría el libro hasta que lo leyera entero.

— ¿Nos vamos?

— S-Si —  mi amigo extendió su brazo caballerosamente.

Yo sonreí mientras aceptaba apoyarme en el.

— ¿De dónde han salido esos modales? —  solté divertida mientras empezaba a caminar hacia su casa.

— Bueno, ya no soy un niño.

— Por qué lo dices tu.

— No lo digo yo, tu ya lo puedes ver.

Damian abrió levemente su chaqueta, yo lo mire de arriba hacia abajo y negué.

«Ciertamente estaba completamente cambiado, si fuese una dama cualquiera no podría haber evitado echarle una mirada pero había algo que no me lo permitia y sabía perfectamente que era»

PEQUEÑA REALEZA | Kosair Trovi y tu | EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora