XVI

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CAP 16 | OS DESCONOZCO

Tan rápido llegó una silla de ruedas a mi habitación me subí en ella para dar una vuelta por palacio. Navier estaba ocupada por lo que intenté no molestarla en todo este rato. Los trabajadores de palacio mantenían su mirada en mí y alguna que otra persona me saludaba.

— ¡______! — grito Laura corriendo hacia mi.

— Laura, ¿qué pasa?

— ¿Cómo estás?

— Bastante bien, ¿y tú?

— Genial, te he echado de menos.

— Yo igual.

La relación que tenemos Laura y yo es bastante amigable, las dos somos jóvenes y bastante desastres por lo que nos podemos comprender bien. Aunque ella haya nacido en una cuna de oro y pertenezcamos a realidades totalmente diferentes, nos llevamos bastante bien. Hemos hablado poco pero se podría decir que nos llevamos genial.

— Estamos con los preparativos para la fiesta de té, ¿qué dulce te gustaría que estuviera en la mesa?

— Bueno... no sé.

— ¿Quieres que pongamos lo que comiste la otra vez?

— Si, eso mismo.

— Bueno, adiós.

— ¡Espera! ¿Laura podría ayudar con los preparativos?

— ¡Claro!, ¡MIRA FLORES DEL INVERNADERO PARA DECORAR! — grito Laura mientras se alejaba corriendo.

Mire por la ventana del pasillo que daba al jardín, el invernadero estaba a lo lejos pero era enorme así que sería mejor que me diera prisa en ir. Me moví en la silla de ruedas para bajar al jardín pero me detuve cuando me di cuenta que tendría que bajar por las escaleras.

«Esto va a salir muy mal »

Cuando de repente vi a un guardia pasar.

— ¡Oye!

el guardia me miró confuso, yo hice señas de que se acercara. El hombre al estar a mi lado hizo una reverencia algo que me hizo sentir extraña.

— ¿Podría ayudarme a bajar las escaleras?

— Claro.

El hombre puso la silla de espalda a las escaleras y empezó a jalar de ella despacio haciendo que con cada escalón rebotara en mi silla. Cuando bajamos del todo le di las gracias y el hombre de fue a seguir con su guardia. La marcha de él me recordó la loca idea de aprender a luchar entrando como escudera para los guardias.

Seguí mi camino hasta que el duque Ergi apareció de repente.

— Hola linda — dijo apareciendo en mi camino.

— Hola — dije siguiendo de largo.

El hombre agarró el manillar de mi silla y empezó a empujar de ella.

— ¿Qué haces?

— ¿A dónde vas? Yo te llevo.

— No hace falta, puedo sola.

— ¿A dónde vas?

— Al invernadero, quiero buscar flores.

— ¿Para qué?

— Para la fiesta del té de su majestad.

El duque me miró pensativamente.

— Te ayudaré a elegir las flores.

PEQUEÑA REALEZA | Kosair Trovi y tu | EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora