XIV

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CAP 14 | EL REGRESO

Desperté por los ruidosos sonidos de la puerta, talle mis ojos somnolienta. La oscuridad de la noche teñía mi habitación.

—_______, ¿estás ahí? — me preguntó Farang al otro lado de la puerta.

Me levanté de la cama sin decir nada y abrí la puerta, encontrándome con Farang a oscuras.

— ¿No habéis prendido la vela?

Camine por intuición hacia la mesa donde siempre guardaban mamá las velas.

— ¿Qué pasa? — pregunté mientras la prendía.

— Iremos a comer, ven con nosotros.

— ¿Y por eso me has despertado?

— Alimentarse es importante.

— Y dejarme dormir también

— Como sea, vamos.

Farang apagó de un soplido la vela y me jalo hasta salir de mi casa.

— Agh, no quiero ir.

— Pues te aguantas.

— Vaya pensé que eras un caballero pero parece que estas perdiendo tu clase.

— No hagas dramas — dijo, un silencio se sitúo entre nosotros — Oye... ¿por qué huiste de Kosair?

La mención del rubio hizo que mi mente se llenara del recuerdo de la pelea y me tensara ante el pensamiento, me parece raro que el hombre agredido no haya venido todavía a dar las quejas.

— Yo... bueno me daba... mal royo.

— ¿Qué pasó?

— ¿No te lo ha contado él?

— Sí pero no confío mucho.

— Bueno... él me defendió de un hombre a golpes pero la verdad me dio algo de miedo...

— Kosair suele ser impulsivo, no es mala persona pero tiende a no resolver los problemas a golpes.

— Si, se que él no es malo pero me pilló algo desprevenida, nunca lo vi así.

— Bueno, deberías de acostumbrarte... — dijo Farang más para él.

Un carruaje se detuvo frente a nosotros y apareció Kosair abriendo la puerta.

— ¿De dónde has-?

— ¿Eso importa?

Farang negó con la cabeza y subió al coche, mire directamente a Kosair durante unos segundos mantuvimos la mirada hasta que agache la cabeza con vergüenza, Kosair me tendió su mano y me ayudó a subir.

En cuanto cerramos la puerta el carruaje se volvió a mover, durante todo el corto trayecto Kosair y Farang mantuvieron una corta charla, yo solo me mantuve callada mirando por la ventana. Podía notar como Kosair estaba algo tenso y nervioso nunca lo había visto así.

Cuando llegamos los dos hombres bajaron y luego me tendieron la mano de forma caballerosa, baje con su ayuda y cuando ya estaba en el suelo mire el lugar refinado que estaba delante de nosotros.

— Yo no puedo entrar ahí.

— ¿Por qué?— me pregunto Farang.

— ¿No me has visto?

— Pues yo te veo bien — contestó Kosair.

— Quizás podamos comprar un vestido en alguna tienda de aquí.

PEQUEÑA REALEZA | Kosair Trovi y tu | EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora