XIX

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CAP 19 | ALTO ESTATUS

Mi nerviosismo se podía notar a kilómetros de distancia, no podía creer que conocería a los padres de Navier y Kosair. Quien me diría hace años que conocería a los padres de una emperatriz, sin duda me mataba la idea, quería impresionar. 

Doy las gracias de que la noche en la que Navier descubrió el ave mensajera de Kosair no le hubiese dejado leer la nota o sino ahora estaríamos en un gran malentendido. Esa noche Kosair me dijo que sus padres querían conocerme ellos se habían enterado de mi estancia en la fiesta de Navier y no me conocían, no podía creer que le tendría que mentir a esos señores. Si no fuese porque en la fiesta no hubiese mentido ahora estaría soltando verdades como templos, el mentir me carcoma por dentro pero es lo único que puedo hacer para que me acepten. 

— Se la ve nerviosa. 

— Como para no estarlo Sir Artina, voy a conocer a los duques Trovi la familia más prestigiosa del imperio de Oriente, estoy perdida. 

— Te daría algún consejo pero lo cierto es que nunca he interactuado con ellos. 

— Pero a Navier le han inculcado buenos valores, seguro son personas excepcionales. 

— Esperemos que sí. 

Cuando llegamos Kosair me esperaba en la puerta, me tendió la mano para ayudarme a bajar. 

— Hola preciosa — mi corazón dio un buelco ante el ñoño apodo. 

— Hola — mi voz sono seca pero puedo asegurar que mi interior estaba gritando. 

— ¿No traes muletas? 

— No, él médico me a dicho que he recuperado el pie más rápido de lo normal y me ha recomendado empezar a moverlo. 

— Ya veo. 

— Bueno, ¿entramos? 

— Emmm, si. 

— ¿Se quedará también? — le pregunto Kosair a Sir Artina. 

— No, yo esperaré en la entrada, estoy segura de que ustedes sabrán protegerla — y sin más Sir Artina se vol io a meter en el carruaje. 

— Ella parece más lista que el otro idiota — me comentó. 

— El señor Sallow solo hacia su trabajo. 

— Yo puedo protegerte perfectamente. 

— Puede que tengas razón pero su trabajo es dar hostias como panes, a ti te verían mal. 

— La sociedad de hoy en día es una mierda. 

— Eso dímelo a mi. 

Los dos mantuvimos una mirada de cómplices algo que me hizo sentir más relajada, esto no podía ser tan malo. Kosair puso su mano en mi espalda baja e hizo que pasara mi brazo por encima de su hombro. 

— Para que después no digan que no te cuido. 

Yo sonreí y los dos mantuvimos una mirada durante unos segundos luego desvíe la mirada nerviosa. 

PEQUEÑA REALEZA | Kosair Trovi y tu | EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora