CAPÍTULO 8

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Finalmente todos habíamos aceptado trabajar en conjunto. Nuestro objetivo se extendía más allá de cualquier disputa que hubiéramos tenido en un principio. Todo era cuestión de salir del subterráneo. Nos jugábamos la libertad.

En cuanto Farlan y Levi abandonaron la bodega, yo me giré hacia Enzo esperando respuestas. Aquella reunión me había hecho sentir impotente y todavía albergaba muchos interrogantes acerca de lo que acababa de pasar. Estaba segura de que él también querría reprobar mi enfrentamiento con el pelinegro pero yo debía hacerle saber de inmediato que me sentía decepcionada con él por haberme ocultado tantas cosas los últimos días. Odiaba las sorpresas y él lo sabía. Pese a todo, había decidido seguir ocultándomelas. Entre toda la gente de mi vida, Enzo jamás me había hecho sentir apartada o desconfiable. Él creía en mí y yo en él o, por lo menos, así había sido hasta el momento. ¿Es que acaso eso había cambiado?

Como siempre que me sentía dolida, mi orgullo saltó violentamente a primer plano y fallé de manera estrepitosa el intento de camuflar mi enojo en cuanto clavé los ojos en mi compañero.

—¿Nunca pensaste que habría estado bien ponerme al tanto de tus preocupaciones mucho antes de maquinar todo esto? —le inquirí en un tono más brusco de lo que pretendía, aunque quise creer que él no se había dado cuenta de lo molesta que estaba realmente—. No quisiste contarme quiénes eran tus nuevos compañeros y respeté tu decisión, pero hoy tampoco te has dignado a informarme de que ibas a presentarnos. Estaba desprevenida, Enzo. Me he sentido... —ni siquiera quería tener que pronunciar esa palabra— vulnerada. ¿Qué pretendías conseguir escondiéndome todo esto? ¿No confiamos el uno en el otro? Somos un equipo desde que tengo doce años —hice una pausa—. ¿Lo somos realmente?

Si no podía confiar en Enzo no podría confiar en nadie, de eso estaba segura, y era evidente que él me había estado ocultando sus pretensiones durante un largo periodo de tiempo. ¿Pero cuáles habían sido sus razones? ¿En qué estaba pensando al hacerlo? Me conocía perfectamente, sabía que me sentiría traicionada si no me informaba con antelación de un plan en el que estaba incluida, ¿por qué no avisarme con tiempo?, ¿por qué no desahogarse conmigo acerca de su pena?, ¿qué había cambiado? Mi compañero se reclinó sobre uno de los taburetes y los rizos de color rubio cenizo le cayeron sobre el rostro, ocultando su mirada. Lo cierto es que seguía luciendo totalmente agotado y me arrepentí ligeramente de haberle hablado con tanta hostilidad.

—No somos un equipo—musitó simplemente.

Y entonces todo mi arrepentimiento se esfumó. Pestañeé con lentitud, apreté los labios y miré hacia el suelo, esperando esconder así las emociones que empezaban a hervirme dentro. Debía seguir manteniendo la calma pero mi corazón amenazaba con hacerse añicos y el arrepentimiento pronto se convertiría en rabia.

—No somos un equipo —volvió a insistir— porque somos familia.

Alcé mi mirada hasta llegar a la suya y me esforcé por aclarar mis ideas. Sentí un profundo alivio, pero también lo miré con incomprensión.

—¿A qué viene todo esto?

—Lo hago por ti, Jade —me aseguró—. Porque eres la única familia que me queda. Sé que no lo entenderás, pero no puedo explicarte el porqué de este repentino cambio de opinión.

—¿Qué te hace pensar eso? —le espeté.

—Te conozco.

—Si me conoces, explícamelo.

—Quiero que tú y tu abuelo podáis ver la luz del sol —sonrió tristemente—, ¿tanto te cuesta aceptarlo?

—¿Qué hay de ti? —di unos cuantos pasos hacia él—. ¿No hablabas hace unos minutos de cuánto necesitabas salir al exterior? ¿A qué viene decirme ahora que lo haces por mí? ¿Cuánto hay de verdad en tus palabras? ¿Qué intentas, Enzo?

EN EL SUBTERRÁNEO  || Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora