CAPÍTULO 12

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Enzo nos dio la enhorabuena y un plato de gachas calientes a cada uno.

Levi se había marchado para deshacerse del carro y en la bodega solo estábamos mi compañero, Farlan y yo. Ya habíamos descargado todos los medicamentos. Mientras el castaño y yo poníamos la mesa, el rubio se encargaba de preparar la comida en una sala contigua a la nuestra.

Llegar al almacén volvía a sentirse como llegar a casa. No me importaba si Levi o Farlan estaban también allí. Comenzaba a acostumbrarme a su presencia, aunque sin duda prefería la compañía del castaño. Él era alguien bueno y correcto, y sus actos bastante más amables que los de Levi. Era alguien que afianzaba a los demás con su presencia tranquila, una persona equilibrada, paciente y firme que en cierto modo me aliviaba. Junto a él, las misiones con el pelinegro no resultarían tan caóticas.

—¿Puedes pasarme las cucharas? —me preguntó Farlan tendiendo su brazo derecho hacia mí.

Asentí y le entregué los cubiertos que después fue colocando poco a poco a lo largo de la mesa. Yo me encargaba de doblar las servilletas, pero le observaba en silencio. Estaba pensando en lo distintos que eran el uno del otro mis nuevos camaradas.

—Me vas a desgastar con la mirada, Jade —Farlan me sonrió apacible—. Sé que quieres preguntarme algo. Dispara.

¿Tanto se me notaba? Fijé la vista en la tela que estaba doblando y antes de colocarla en la mesa, le interrogué:

—¿Por qué alguien como tú se lleva tan bien con alguien como Levi?

El castaño me miró sin parpadear durante varios segundos. Probablemente yo había sido demasiado ruda hablando de su amigo. Justo antes de que el silencio se convirtiera en algo incómodo, Farlan soltó una carcajada.

—Él... —negó con la cabeza y miró al frente con aires de nostalgia—. De verdad que él no es lo que parece. ¡Entiendo que de primeras la gente piense eso! ¡Que tú pienses eso! —volvió a reírse nervioso—. Incluso yo lo detesté un poco cuando lo conocí. Me pareció alguien frío, seco y de pocas palabras —hizo una pausa y después me dedicó una sonrisa sincera—. Pero cuando lo conocí, comprendí muchas cosas. Ha tenido una vida verdaderamente dura y en realidad es alguien extremadamente sensible.

Mi expresión no había cambiado. Me mantuve seria.

—No sé si deseo tener ese privilegio.

—¿El de conocerle de verdad? Merece la pena —asintió enérgico—. Creo que por ahora ambos estáis llenos de resentimiento y prejuicios contra el otro —retomó la tarea de colocar los cubiertos junto a los platillos—. Ojalá algún día podáis dejar eso a un lado, será una grata sorpresa para ambos.

—Es sorprendente comprobar lo mucho que lo entiendes para lo diferentes que sois.

—Pongo mucha confianza en Levi y sigo sus decisiones y liderazgo sin cuestionarlo —aquellas palabras repletas de lealtad me sorprendieron bastante, él se dio cuenta—. Apuesto a que tú también tienes a alguien así.

Observé de soslayo cómo Enzo preparaba las gachas tras la minúscula puerta de la sala contigua. Él era mi alguien. Mi segunda figura paterna y mi compañero de trabajo. Enzo me había proporcionado prácticamente todo lo que teníamos mi abuelo y yo, y nuestra alianza era sólida y fuerte. Le debía mucho. Le apreciaba mucho.

—La primera vez que conocí a Levi —empezó a narrar Farlan, yo volví la vista hacia él— decidí ponerle a prueba. Lo reté a luchar contra un gran grupo de matones y aposté a que no saldría vivo de aquella.

Viendo lo rápido y fuerte que era Levi, me apiadé de Farlan.

—Espero que no apostaras mucho.

—Lo suficiente como para que me cerrara la boca para siempre —volvió a reír—. Observar mi cara de sorpresa debió de ser tronchante para Levi. Los venció sin ayuda de nadie, con una simple navaja.

EN EL SUBTERRÁNEO  || Levi AckermanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora