"Novios"

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Lu salió de la residencia nerviosa, por un momento pensó que se encontraría con Kasme saliendo de la casa de su chico. Sacudió esa idea de su cabeza y se centró en cómo iba a actuar frente a él.

Eran las nueve de la noche cuando cruzó hacia donde vivía Kakashi. Por suerte, ninguno de los amigos de él estaban cerca y eso le regaló a ella más tranquilidad y le ahorraría la vergüenza, pero parecía que las cosas estuvieran sincronizadas a la perfección, como si hubiese sido planeado para que fuera así, serían cosas hechas con la suerte que proporcionaba el amor.

Al llegar a su puerta, Lu Genkai se frotó las manos para entrar en calor, sentía sus mejillas arder y su cuerpo avivando una potente llama flamígera. Respiró profundo y tocó la puerta.

Lu: espero que estés solo.

Sintió pasos acercándose y su corazón cabalgó como en una carrera de vida o muerte. Kakashi abrió la puerta y se sorprendió al ver a la mujer que lo derretía parada en el quicio de la puerta, maquillada y vestida como una diosa del Olimpo. No pudo evitar sonrojarse y acompañar a Lu al mismo ritmo de su corazón agitado.

Kakashi: Lu Genkai, eres tú.

La miraba de arriba a abajo, contemplaba su cara, su blanco cuello, su piel brillante, sus piernas largas, su hermoso atuendo y su deliciosa fragancia.

La chica que tenía un nudo en la garganta le dijo al fin...

Lu: ya no puedo seguir huyendo de lo que siento, me he rendido a la pasión que llevo dentro, la que me domina haciéndome perder el sentido, la que recorre mi cuerpo sin permiso. Sueño con sentirte cerca de mí, extraño esa seguridad que me das, esa que alejó a mis pesadillas y me trajo la tranquilidad, una que necesito para poder continuar. Espero que tú sientas lo mismo porque ya decidí correr el riesgo de entregarme a esta pasión. Aquí me tienes.

Kakashi no dijo nada con su boca, dejó que su cuerpo hablara, la tomó por la cintura y la metió en su casa.

Al entrar la puso contra la pared mientras la veía con ojos desorbitados. Se quitó su máscara y ella pudo ver de nuevo el bello rostro que él tenía, ese que no le mostraba a nadie, solo a ella.

Kakashi: ¿De verdad estás aquí Lu?

Le acariciaba el cabello.

Lu: sí, soy real.

Él le olía el cuello con deleite mientras la atraía hacia su cuerpo. Al sentir su erección, Lu sabía que no había vuelta atrás, no habría nadie observando, estaban solos en la comodidad de su hogar, uno que se encendía con cada respiración candente, con cada mirada de lujuria inocente.

Lu: ¿Qué esperas? Bésame.

El chico la besó con pasión, hundía sus labios con los de ella no dejando escapar el aliento, acariciaban sus lenguas con fuego, mientras él le tocaba la espalda.

Kakashi: dime que puedo tocarte.

Lu: puedes tocarme el alma si quieres.

Con ímpetu se la subió a la cintura y la llevó a una repisa derribando todo a su paso, se metió en medio de sus piernas mientras estrujaba su espalda. Ambos se estaban encendiendo y la temperatura subía con cada caricia. Jadeando él le preguntó...

Kakashi: ¿Estás segura de esto?

Lu: sí, como de que mi nombre real es Guadalupe.

Él sonrió.

Kakashi: ¿Guadalupe?

Se seguían besando.

Lu: sí, de allí viene Lu.

Amor, armadura y espíritu IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora