¡Cómo duelen las palabras!

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El silencio que se estableció entre los dos era abrumador, se había formado entre ellos un gran muro que los dividía, un puente en llamas imposible de cruzar, era como estar en la orilla de la playa mientras las olas se empeñaban en sacar a quien se baña del agua.

Lu, a pesar de estar doblada, podía sentir las navajas que salían de los ojos amarillos de Yoko. Como pudo se apoyó del banco y se irguió, él no parecía pestañar.

Lu: me lo merezco, lo sé y lo siento. Siempre lo supe y no tuve fuerzas para enfrentarlo.

Yoko: lo sé perfectamente, eres débil emocionalmente y físicamente te ganan las ganas, ¡Mira de qué manera te desahogaste! Con ese hombre que provocó tus deseos.

Lu: no la vayas a tomar en su contra por favor, no lo odies que él no tiene la culpa.

A él le disgustó su petición, el que ella abogara por su nuevo amor lo carcomía. El colmo pensó él.

Yoko: lo que faltaba, tú intercediendo por él, por tu amante.

Lu: ¡No lo llames así!

Yoko la volvió a tomar por la nuca.

Yoko: ¿Ah no? ¿De quién eras novia? ¿A quién le fuiste infiel? Yo no estaba muerto, que tú lo creías era otra cosa.

Lu: ¡Eso jamás!

Yoko: sí, claro, jamás... (la soltó)...no puedes borrar lo que has hecho.

Lu: tranquilo que no lo olvido, está en mi día a día y sé que te encargarás de recordármelo. Solo te pido que no la tomes con él.

Yoko respiró profundo para luego soltar una respuesta que la sorprendió.

Yoko: ¿Crees que soy inmaduro acaso? ¿Te obligó?, ¿Estabas amenazada? La traición fue tuya porque él no era nadie para mí, pero tú sí lo eras, eras la mujer con quién iba a casarme, es tu deuda. Lo único que él hizo fue cumplir tus deseos carnales, cosas que disfrutaste, ¿O vas a negarlo?

Ella no respondió, se sentía apenada y con mucha vergüenza, sabía que lo que él decía era cierto, se sentía sucia. Sus emociones la llevaron a arañarse la piel de los brazos.

Yoko: sientes asco de ti misma, ¿Verdad? No me respondes porque reconoces que es cierto. Yo lo vi todo Lu Genkai, te vi muchas veces tomada de la mano con él, ambos disfrutando su compañía, besándose, haciendo el amor, lo mucho que te encantaba tenerlo dentro de ti.

Lu: ¿Por qué tuviste que presenciar todo eso? ¿Por qué no apareciste de inmediato?

Yoko: para alimentar mi odio contra ti, para no olvidar tu traición. Quise planear mi venganza minuciosamente, cada palabra que quería decirte, la forma en la cual quería humillarte.

De repente sonrió de forma sombría, recordando con detalle y deleite un suceso.

Yoko: ¿Recuerdas cuando esa noche te arrastré fuera de la cama y caíste cerca de la pared?

Lu abrió la boca sorprendida por darse cuenta que aquella vez tenía razón, había sido él quien había cometido esos actos de violencia la noche en la que ella estuvo con Kakashi la primera vez.

Lu: sabía que fuiste tú.

Yoko: creyeron que era Alzukamir, pero no Lu Genkai, fui yo. Fue un verdadero placer ver tu cara de terror, tu confusión, tu miedo al desconocer lo que sucedía, pensando si lo que viste después era una visión o realidad.

Lu: sí, luego que me atacaste me hiciste ver la furia y el desprecio en tus ojos, hiciste que mis pensamientos me carcomieran por dentro tratando de adivinar quién o qué lo ejecutó en mí, tratando de asimilar lo que experimenté, y sí, me aterré al pensar que eras tú, me hiciste que lo pensara.

Amor, armadura y espíritu IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora