"El que busca, encuentra"

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A Lu Genkai no le importó el miedo de sus amigos ni mucho menos el suyo, iba decidida a hablar con Kurama a pesar de saber que estaba en peligro. Afortunadamente nadie de la aldea la vio tomar el camino hacia ese templo, para ella era un alivio en especial por Kakashi. Subió la colina llegando rápidamente al pie de las escaleras, por momentos se detuvo. Aioros le preguntó.

Aioros: ¿Estás segura de lo que vas hacer?

Lu: sí Aioros, no voy a negar que estoy nerviosa, pero esto es necesario.

Cuando terminó de subir las escaleras, el cuervo Kuronue estaba parado al frente de la puerta, estaba con los brazos cruzados con su característica sonrisa.

Kuronue: bienvenida al infierno, horrible lugar para una bella y codiciada mujer, carne para lobos, no, mejor, carne para zorros.

Lu: deja la ironía y dime dónde está Yoko.

Kuronue: agresiva eh, muy excitante.

Enseguida apareció Genkai en la escena, habiendo escuchado las ironías del cuervo, se molestó espetándole.

Genkai: ¡Deja la tontería Kuronue y ve a volar a otro sitio!

El chico solo sonrió y, con las manos entrelazadas en la espalda, se retiró. Genkai bajó la guardia con Lu y se le acercó preocupada.

Genkai: mi niña, es peligroso que vengas para acá, tú sabes cómo está Yoko.

Lu: no puedo esconderme Genkai. Estoy aquí porque necesito aclarar unas dudas y porque a la vez deseo verlo, sé que me hace mal pero si no lo veo me duele, ¿Dónde está?

La maestra, resignada respondió.

Genkai: se encuentra en las aguas termales.

Lu, al ver la cara de Genkai, la cual reflejaba preocupación, la consoló.

Lu: no voy sola, Aioros me acompaña.

La maestra no cambiaba de expresión.

Genkai: cuídate mucho.

De inmediato Lu tomó el camino que llevaba hacia las aguas termales.  El mismo camino que había transitando la noche fatídica del encuentro. Los postes de luz habían sido colocados y la plaza había sido restaurada, no pudo evitar recordar los destrozos causados por él, de inmediato sintió escalofríos.

Continuó su camino bajando por unas escaleras que llevaban a otro sendero que se desviaba hacia un puente, siguió a través de él hasta alcanzar una rampa de tierra empinada directo a las aguas. El calor se estaba apoderando de ella y el vapor imposibilitaba un poco la visión. Lu estaba alerta a pesar de su temor.

Pronto, hubo un movimiento en las aguas que le llamó la atención. De inmediato Yoko Kurama hizo acto de presencia frente a ella; estaba completamente desnudo. Le habló con seriedad.

Yoko: ¿Por qué has venido? ¿Qué demonios quieres?

El vapor no fue suficiente como para cubrir su cuerpo de la mirada inquieta de la chica, Lu pudo ver a través de él, lo miró de pies a la cabeza sin disimulo excitándose sobremanera. Yoko no hizo amago de vestirse, estaba como si nada.

Yoko: ¿Te quedaste muda acaso? Pensé que no tendrías el valor de volver.

Lu: ¿Me esperabas, quizá?

Yoko: eso quisieras. No deberías verme desnudo.

Lu: cúbrete entonces. Además, no es nada que no haya visto antes.

Yoko: razón tienes, estás acostumbrada a ver hombres sin ropa.

Lu se molestó por su grosería.

Lu: ¡No seas insolente!

Amor, armadura y espíritu IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora