D I E C I S É I S

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Capítulo 16: Visita.

04 enero, 2019.

Harper.

Una sonrisa inmediata se plantó en mi rostro—. Parece que sin importar las circunstancias, siempre terminamos coincidiendo. Hola, Melody—le saludé al verla inesperadamente camino a mi casa.

Como de costumbre, ella se tomó un segundo, antes de darme una pequeña sonrisa a la que empezaba a acostumbrarme—. Harper—respondió en un asentimiento—. Parece ser el caso.

Era raro y a la vez algo interesante, ver a Melody en otra ropa que no fuera el uniforme escolar. Por lo visto, le gustaban las faldas ya que, en ese momento, llevaba una de color violeta acompañadas de unas mallas negras que debían protegerla del frio, una polera marrón, lo que parecía ser una franela a cuadros negra y lila y un abrigo negro; el cabello suelto como de costumbre y los audífonos en su cabeza. Era una imagen curiosa y que llamó mi atención por varios segundos antes de recordar que debía responderle.

Es bueno ver que no dimos un retroceso del avance en la excursión —. ¿Estás de paseo con tu abuelos? —contesté acercándome un poco a ella, pues aún teníamos varios metros distanciándonos—. Siendo sincero, eres la última persona que pensé encontrarme por casualidad durante las vacaciones, dijiste que casi no salías de casa.

Ella movió su cabeza confirmando la información—. Unas cartas terminaron en el correo de Eaton Hills por error, mis abuelos estaban ocupados, así que yo vine a recogerlas por ellos—respondió mostrándome un grueso sobre amarillo que metió en la bolsa que colgaba a su costado. Una mirada de soslayo me bastó para saber que estábamos frente a la oficina de correos—. Estoy yendo de regreso a casa.

—¿Tan rápido? —cuestioné antes de negar con la cabeza—. No deberías desperdiciar ya que viniste hasta acá... Si no tienes nada más que hacer, ¿qué te parece si me acompañas?

—Debo volver, Harper—murmuró insegura.

Al ver la duda, aproveché para tomar su muñeca y hacerle una seña con mi cabeza—. Ven, creo que es algo que te gustará—insistí retomando mi camino sin esperar a su respuesta, ahora con ella a mis espaldas—. Si no, yo mismo iré a dejarte a tu casa.

Ya fuera que no pusiera resistencia o que no tuviera la fuerza para hacerlo, Melody se dejó arrastrar por mí, haciéndome reír un poco de vez en cuando por lo tierna que se veía intentando seguirme el ritmo; ese que le estaba siendo impuesto a causa de mi mano que seguía aferrada a su muñeca. Sin dejarle otra opción que ir a mi paso.

—Harper—al darme cuenta de que mi nombre salía como un reproche de su voz, decidí dejar de intentar picarla y disminuí un poco la velocidad, volteando un ligeramente mi cabeza para verla—. ¿A dónde vamos?

—A mi casa—respondí con simpleza.

—¿Qué?, Harper, espera—pidió.

—Si espero buscarás la manera de escabullirte—señalé sonriéndole con fingida inocencia—. Lo siento, pero no te dejaré escapar, Shimizu.

Melody no dijo nada más al respecto los siguientes diez minutos de trayecto, en los cuales, ajusté mi paso al suyo, mas, no solté su muñeca; en su lugar, pasé el agarre a su mano enguantada, iniciando a conversar un poco sobre lo que había hecho en las últimas dos semanas. Lo que había hecho durante Navidad, Año Nuevo y los planes que aún me faltaban por cumplir.

Eso la incentivó a dejar su molestia inicial y pasar a hablarme un poco también de cómo iban sus vacaciones, comentando de forma más superficial que la mía lo que había estado haciendo ese tiempo; escapándosele en una ocasión en que no podía esperar más en retomar las clases y que los cinco meses restantes hasta la graduación se fueran rápido. Aquello me causó gracia y no pude evitar picarla un poco con el tema.

De alguna manera, la semana que Melody y yo convivimos en la visita en la universidad, nos hizo más cercanos rápidamente, al punto, de que comencé a molestarla un poco en ocasiones; me resultaba divertido verla intentar contener su rabia y soltar una o dos palabras en japonés en consecuencia, aunque también, habíamos establecido una amistad cercana que nos permitía hablar de temas más personales. No se trataba de mí molestándola todo el tiempo, en su lugar, la mayor parte de este, Melody y yo manteníamos amenas conversaciones o silencios cómodos escuchando música.

Era como si aquella semana, nos hubiera convertido en dos personas que tenían años conociéndose.

—Es aquí—le informé soltándola finalmente para poder buscar la llave entre las bolsas de mi abrigo y abrir la puerta—. Disculpa si está algo desordenado, Hellen salió ayer a un viaje de negocios y regresa hasta esta tarde. He pasado casi todo el tiempo fuera, así que no he tenido tiempo de limpiar.

—Permiso—murmuró limpiando sus pies en el tapete.

Tomé un paño que colgaba de un costado para secar toda la nieve derretida de mi ropa y luego acercarme con él a ella—. Tienes nieve en todo el cabello—me reí colocando el paño sobre su cabeza para limpiarla—. Ya quedó.

—Gracias—musitó sonrojada.

—No es nada. Si quieres puedes poner tu abrigo en el perchero y dejar tu bolso en la sala, ¿quieres algo de beber? —cuestioné dejando yo mismo mis cosas en los lugares señalados antes de dirigirme a los estantes de la cocina—. Tengo té, chocolate y café, ¿qué quieres?

—Chocolate, si no es molestia—contestó. Tomé dos tazas del estante y la bolsa del chocolate instantáneo, girándome para buscar las otras cosas que necesitaría—. ¿Está bien que esté aquí cuando tu hermana no está?

—Claro, Spencer y Logan lo hacen todo el tiempo—simplifiqué colocando las tazas ya con todos los ingredientes en el microondas y programando el tiempo necesario—. A Hellen no le molesta, ¿prefieres galletas dulces o saladas?

—Saladas—respondió. Pude percibir por el rabillo del ojo que se recargaba contra la encimera de la cocina—. ¿Qué querías mostrarme?

—Eres muy impaciente, ¿te lo habían dicho antes? —bromeé sacando las tazas del micro—. Si tiene tanta curiosidad, toma el tazón con las galletas y sígueme.

No necesité voltearme para saber, que la pequeña mechada se encontraba tras mí—. ¿A dónde vamos ahora? —insistió.

—Nuevo dato: Melody Shimizu es en exceso curiosa—bromeé dándole una pequeña mirada—. Mi habitación, allí está lo que te quiero mostrar, lo haría en la sala, pero es demasiado pesada para moverla hasta allá yo solo.

Abrí la puerta de mi cuarto, dejándola entrar primero y yendo tras ella, sin cerrar la puerta. Coloqué las tazas sobre la mesa ratona, indicándole con un gesto de mi cabeza para que hiciera lo mismo con el tazón—. Tu habitación es grande...y muy desordenada—comentó.

Me encogí de hombros—. No eres la primera en decírmelo, Hellen y yo tenemos una batalla campal cada vez que llega el día de aseo. No es que no pueda, es que simplemente el orden no va conmigo por alguna razón—justifiqué—. Puedes sentarte, iré a traerla.

Fui hasta mi armario para sacar de él el gran maletín de madera, abriéndolo y sacando de él el instrumento del mismo material, llevándolo hasta la mini sala de estar donde Melody me esperaba. Ella tomaba algo del chocolate, soplando el humo que salía de él debido a lo caliente que se encontraba; al percatarse de mi presencia, volvió a verme, separando sus labios ligeramente debido a lo sorpresa. Gesto que me hizo soltar una ligera risa.

—¿Eso es...un arpa? —cuestionó dejando el chocolate de regreso en la mesa ratona. Asentí con la cabeza, dejándola justo frente a ella. La mechada estiró su mano, rozando con sus dedos, ahora libres de guantes, las finas cuerdas—. ¿Tocas?

—Sí, es justo lo que quería mostrarte— confesé sentándome en la silla a su lado y acercando el instrumento hacia mí—. Sé que prefieres la música suave sobre la bulliciosa, así que quería que escucharas algo, es una nueva melodía en la que estoy trabajando, espero que te guste.

Después de todo, eres quien inspiró el final de la pieza

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¡Sigan bajando, es doble actualización!

PD: En multimedia imagen de una idea de como se ve más o menos Melody.

Your Voice [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora