CAPÍTULO XVIII

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La recuperación que tenía Corea era un gran esfuerzo por parte del gobierno, los empresarios y el pueblo, habíamos sido devastados por la separación de ambos coreas, habíamos quedado en las ruinas tanto de un lado como del otro, además, de haber tenido miles de pérdidas humanas, escases de alimentos y un desastre en infraestructura.

Ahora, poco a poco nos estábamos recuperando, los hechos históricos por los que pasábamos forjaban nuestro carácter, mis paisanos creían principalmente en la educación, la industria, y el apoyo a empresas nacionales, para lograr que Corea del Sur se potencializara. Desde la secundaria nuestros padres y maestros nos educaron bien para recuperar la nación, estudiar, ese era el objetivo.

Aunque era aceptable, no dejaba de ser rígido, no se nos permitía salir a fiestas después de las 10, porque a esa hora debíamos estar en casa, no se nos permitía ser demasiado liberales, la conservación de nuestros valores y cultura era trascendental. Todo ello lo volvió blanco y negro, así era Corea en ese entonces.

Pero ahora, las cosas eran distintas, mi vida era color rosa.

Me volvía a sentir segura, la reina de la universidad, la atención volvía a mí, mi confianza aumentó al igual que mis ganas de despertar cada mañana, y no era precisamente por mi reconocimiento, ni por revistas famosas, tampoco por tener al novio más popular, y tampoco por ser una modelo a seguir. No, todo aquello tenía un nombre, y era Lalisa Manoban.

Cada mañana que llegaba a la Universidad entraba por la puerta principal junto a mis amigas, era claro que todos nos veían, pero mis ojos siempre apuntaban a los de una hippie tailandesa al fondo del pasillo con su estilo bohemio y su sonrisa tierna.

Se podría decir, que ahora, Lalisa y yo éramos de las más populares de la universidad, claro, todo mundo pensaba que éramos mejores amigas, y sí, parecía que teníamos todo en común y nos coordinábamos a la perfección.

Empezando por las clases, yo era la aplicada, siempre tenía mis tareas en orden y perfectamente hechas, cada que llegaba mi novia copiaba mis apuntes, pero en los exámenes, Lisa era un genio, principalmente en matemáticas, no era algo difícil para ella, no necesitaba estudiar porque entendía siempre a la primera explicación, y lo mejor era que con el pretexto de que ella me enseñaba matemáticas, podíamos escaparnos por los rincones de la universidad sin que nadie sospechara nada.

── no te muevas, deja que lo sujete bien ── reía con mi muñeca en su mano, Lisa había tejido una pulsera para mí, cuando me la enseñó grite como loca, me encantaba que tuviera estos detalles conmigo, la pulsera que había hecho era de color negro y rosa y parecía estar trenzada entre ambos colores, se veía bonita, ella tenía muchas cualidades, que poco a poco comenzaba a descubrir ── Después de mil años, ya está. ── sonrió victoriosa.

Miré la pulsera y sonreí ── Me gusta ── dije.

Ambas nos miramos por una fracción de segundos, estábamos tumbadas en el césped bajo un enorme árbol que estaba en una de las jardineras de nuestra facultad, las hojas del árbol caían de éste y nos bañaban junto a sus pétalos teñidos de rosa y aroma fresco.

Me mordí el labio inferior y esbocé una sonrisa juguetona, Lisa se acercó a mí y ambas unimos nuestros labios en un suave, lento y delicado beso.

Nunca podré acostumbrarme a los labios de Lisa, porque cada beso era distinto, hermosamente diferente, siempre brincaba mi corazón de mil formas cada vez que la tenía cerca y mis labios vibraban ansiosos deseando más, pero era tan frustrante porque no podíamos dar más que pequeños, cortos y esporádicos besos, por el riesgo a ser vistas, y más ahora que no podíamos vernos por las tardes, porque estaremos en periodo de exámenes.

AMOR EN ROSA - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora