CAPÍTULO VI

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 Un mes había pasado desde la última vez que vi a Lisa, a veces me da la impresión de que conocerla en ese "accidente" más que el golpe en mi cabeza había sido un duro golpe en mi vida, y no porque duela, sino por la manera en que supe de su existencia: repentino, brusco y sin previo aviso.

Pero, volví a mi rutina, y su existencia poco a poco para mí, se desvanecía como la cicatriz en mi cabeza.

Aún no teníamos los resultados de la universidad, pero al menos ya estaba más relajada que antes, porque todo el tiempo lo había pasado estudiando, ahora he dedicado estas pequeñas vacaciones en mi familia, mis amigas y mi novio.

Mi hermano y yo teníamos cada vez más comunicación, él se veía relajado porque ya estaba de vacaciones y los chicos de último año que lo molestaban ya no los vería más.

En cuanto a mi madre, pues, sin duda alguna, le hacía bien nuestra compañía, sus crisis de ansiedad sólo aumentaban cuando pasaba mucho tiempo sola, pero ahora como estamos en casa hacemos más cosas juntos, como la comida, ver alguna de sus películas, juegos en familia, pasear los Domingo después de ir a la Iglesia, visitar museos o ir a restaurantes, leer algunos libros en familia... Dios, disfrutábamos cada minuto que podíamos.

Mi padre, por el contrario, desde que hice la prueba y fue a por mí, después de un par de semanas castigada haciendo duras tareas en la casa, como limpiar a conciencia con un cepillo de dientes la sala principal, acomodar grandes pilas de libros, levantarme todos los días a las cinco de la mañana a repasar "nuestro credo", estudiar historia, y limpiar.

─ Jennie – me llamó Irene desde la esquina de una tienda de ropa, estábamos en una plaza comercial, de ésas que apenas se inauguraban en Seúl, era famosa por la ropa de marca que traían desde Estados Unidos y Europa, sólo la gente de dinero podía consumir ahí.

Yo estaba entretenida con una joyería, observando los anillos de compromiso, miré mis dedos y sonreí tan sólo de recordar a Kai.

Él y yo nos habíamos reconciliado, me buscó y me pidió perdón, al principio no quería hacerlo, estaba muy molesta, pero aun así nunca dejó de ir a mi casa todos los días, esperando a que yo finalmente lo perdonara, no sé cómo me convenció, tal vez el ver su perseverancia, me hizo pensar que realmente le importo, su esfuerzo por llevarse bien con mis padres y mi hermano, inclusive su rostro triste cada vez que me miraba, todo aquello se acumuló y logró que finalmente le diera una oportunidad.

Tanto que ahora, me ha dado mi espacio, ya caminamos tomados de la mano, nuestros besos son cortos e inocentes, me trata mejor, me consiente bastante con detalles, cartas, flores, canciones, etc. Todo se ha hecho más romántico, algo que funciona en mi... Mi madre ha notado de hecho todo aquello, incluso dijo que él y yo juntos seguro tendríamos unos hijos preciosos, obviamente me sonrojé, y la escuela es primero, pero la idea de poder hacer una vida junto a él empieza a asomarse en mi cabeza de manera tan sutil.

– ¿Ya tienes tu bañador para nuestro campamento? – se aceró Rosé hacia mí, volví a mi cuando me habló, caminé con ella hasta donde Irene estaba.

– La verdad es que no – dije mirando la ropa del lugar – estaba pensando un traje de una pieza – avisé, la verdad es que soy muy pudorosa y me da un poco de pena mostrar mucho de mi cuerpo, es algo que en mi familia estaría muy mal, por suerte mis amigas pensaban igual que yo.

– Yo igual, de hecho, hay trajes de una pieza que tienen una falda, se ven muy lindos, te enseñaré el que compré – dijo sonriente.

Era un campamento de fin de año que habíamos organizado los de último año, se supone que es de una sola noche, cerca de un arroyo al norte de la ciudad que se unía al río Cheonggyecheon. Si soy sincera, no me gusta mucho acampar y mucho menos la naturaleza, no tengo nada en contra, pero le tengo un pavor a los animales, principalmente a los insectos, sin descartar que no sé nadar.

AMOR EN ROSA - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora