CAPÍTULO XXIII

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El precioso álamo del que siempre descansábamos Lisa y yo, nos adormecía con el movimiento de sus hojas trémulas, podía quedarme plácidamente dormida en los brazos de esa rubia descabellada.

La paz que sentía estando con ella, era interminable, era mi sitio favorito, un lugar en el que era yo, una Jennie que siempre estuvo oculta y que al perderme en la mirada de Lisa descubría en mí misma que el color de sus ojos miel, era el color de la libertad.

— Creo que nunca terminaré de cansarme de esto — dije.

Tenía la vista perdida en el cielo azul, las escasas nubes avanzaban velozmente, mientras la brisa acariciaba mi piel.

— ¿De qué? — preguntó Lisa recostada mi lado, con su cabello extendido sobre el césped, mirando hacia arriba al igual que yo.

— De esto que tenemos — afirmé — de nosotras.

Lisa guardó silencio por un momento, la miré de soslayo, sólo para inquirir el por qué no decía palabra alguna, hasta que sus rosados labios se abrieron — Sin duda lo es — soltó vagamente, luego se giró hacia mí y me miró profundamente con sus ojos marrones — pero no todo es color de rosa.

Fruncí el ceño, un tanto turbada de lo que esas palabras me hicieron sentir, el desasosiego que invadió mi cuerpo me hizo entrar a una añoranza que quemaba. Creo que, en ese instante no quería darme cuenta de que estaba en un sueño, un sueño de hadas, del cual no quería despertar y chocar con la dura realidad, ¿Qué tanto duraría esto? ¿Puede haber un para siempre?

—¿Lisa? — pregunté en cuanto noté que ella ya no estaba ahí conmigo, al inclinarme un poco, percibí que estaba recostada sobre el pasillo de la facultad — ¡Lisa! — grité, me levanté y enseguida sonó la campana de la escuela.

Los alumnos salieron de sus clases, pasaban de largo y me empujaban empedernidos en sus estudios, hasta que pronto me di cuenta de que sus miradas acusadoras se posaban sobre mí con desdén y despreció — ¿Estás enferma, Jennie Kim? — oí la voz de la maestra Hiye.

Al darme vuelta hacia su dirección, vi cómo me miraba con vergüenza, como si estuviera llena de lodo, luego confirmé que estaba sucia, y de pronto, ya no era la única que lo había notado, sino toda la facultad me miraba y se burlaba de mí.

— ¡Estás enferma! — gritaban.

— ¡Las personas como tu tienen que estar en un sanatorio!

— ¡Tienes algo malo en la cabeza!

— ¡Das asco!

— llévenla a un loquero!

Mina, Seulgi, Taehyung, Minho, Kai, Rosé, Jisoo, Seo, Gong, Jin... en fin todos estaban ahí, me miraban con desprecio y escupían a la cara.

— ¡Lisa! — grité con desespero, pero Lisa no aparecía, así que grité con más fuerza — ¡Lisa! — pero ella no estaba, no la veía y no podía moverme.

Tapé mis oídos con mis manos y cerré mis ojos, no podía seguir escuchando lo que gritaban, porque dolía y además era perturbador.

— ¡Lisa! — grité con más fuerza.

Al abrir los ojos, me di cuenta de que estaba empapada en sudor, y que estaba teniendo una horrible pesadilla.

Al día siguiente tenía un aspecto horrible, no logré dormir muy bien, más aún con la punzada en mi cabeza sobre la preocupación de que el día de ayer alguien nos había escuchado.

Ojalá aquello si hubiese sido un sueño, pero no. Alguien lo sabe, y mi reputación, mi vida, mi estatus y mi futuro estaban en riesgo, un muy grave que no podía correr de tan solo pensar en las consecuencias, si esa persona hablaba.

AMOR EN ROSA - JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora